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sábado, 27 de agosto de 2016

El Amor abrirá los actos del XXV aniversario del Silencio en Cádiz

Retablo de Nuestro Padre Jesús del Silencio
Calle Zaragoza esquina Benjumeda, Cádiz

Guillermo Rodríguez. La historia de nuestras corporaciones se alimentan de una multiplicidad de factores que configuran su idiosincrasia y van forjando la intrahistoria que se traslada de generación en generación, de hermano a hermano y de padres a hijos. La Hermandad del Amor del Cerro, se fundó en 1955 en torno a una antigua imagen de un Crucificado, de proporciones menores del tamaño natural, al que se rendía culto en la ciudad al menos desde las primeras décadas del siglo XVI. Un crucificado al que el barrio del Cerro profesa una infinita devoción y al que se unió a principios de los ochenta del pasado siglo, María Santísima de la Encarnación, la hermosísima dolorosa que naciera de la gubia de Luís Álvarez Duarte. Sin embargo, la historia de la corporación del Domingo de Ramos se vería profundamente alterada cuando en 1991 se incorporó a la hermandad la imagen de Nuestro Padre Jesús del Silencio en el Desprecio de Herodes.

Tal y como escribió Jesús Montaño para Universo Gaditano, en un excelente artículo publicado en 2013, "en los comienzos de la década de los ochenta, un grupo de cofrades gaditanos se organizaron mediante una Junta Pro-Cultos que se establece en la Parroquia de San Lorenzo de nuestra ciudad. En la mente de sus integrantes existe el deseo de crear una nueva cofradía de penitencia para la Semana Santa de Cádiz. Acuerdan adoptar como imagen titular la advocación de Jesús del Silencio ante la humillación del Rey Herodes y para ello encargan al imaginero gaditano de San Roque, Luis Ortega Brú la realización de la talla en 1982.

Una vez llegada la imagen a Cádiz desde el taller de Ortega Brú, el Señor del Silencio comienza a recibir la visita de los fieles en la casa de hermandad que poseía la Asociación de devotos creada al efecto, que se encontraba en la calle Benjumeda. Comienza a extenderse por la feligresa de San Antonio la devoción al Señor, y el por entonces párroco de San Antonio decide ofrecerles a los miembros de la Junta Pro-Cultos del Señor del Silencio la posibilidad de que la imagen se estableciera en la céntrica iglesia. Es entonces cuando se comienzan a iniciar los trámites para la correspondiente bendición de la Imagen del Señor. Tras obtener el permiso por parte de la autoridad eclesiástica, la imagen se bendice y se traslada a la iglesia de San Antonio. Una vez allí, los cofrades del Silencio organizan una serie de cultos, siendo el más multitudinario y siempre recordado por la memoria cofrade de Cádiz, el solemne vía-crucis que tenía lugar cada Viernes de Dolores. 

Todo parecía ir adoptando el camino necesario para que finalmente la Semana Santa de Cádiz pudiera disfrutar de una nueva cofradía. Sin embargo, en 1987, la historia da un triste vuelco y se suceden episodios que bien podría escribir una novela donde la trama giraría en torno a un sacerdote que no supo entender los beneficios catequéticos que la devoción a Jesús del Silencio aportaba a los feligreses de San Antonio. Se produce un cambio de párroco en San Antonio, llega el sacerdote Enrique Arroyo y desde un primer momento los sueños de los cofrades del Silencio se derrumban. Se detiene el expediente de reorganización de la cofradía de gloria de la Virgen del Patrocinio, la cual sería germen de la futura hermandad de penitencia de Nuestro Padre Jesús del Silencio. El párroco exigía que los devotos del Silencio donaran la imagen del Señor a la parroquia. 

Seguidamente, desde las altas esferas de la iglesia gaditana, se toman decisiones al respecto. Por parte del por entonces Obispo, Monseñor Dorado Soto, mediante decreto, se establece que no se podrá realizar actos de vía-crucis en el exterior de los templos, a no ser que fuese con imágenes de crucificados. Era una decisión que, sin lugar dudas, pretendía herir en el corazón de los devotos del Señor, ya que el acto más esperado cada año era el tradicional vía-crucis del Viernes de Dolores. 

A este decreto se le une otro en el cual se hace saber la prohibición de crear nuevas hermandades y cofradías en la diócesis de Cádiz y Ceuta. El párroco, al ver que sus intentos por conseguir que la Junta Pro-Cultos cediera su postura de ceder la imagen, da una última oportunidad, amenazando a los devotos del Señor con expulsar la imagen de la iglesia de San Antonio. Lo que para muchos devotos, lo único importante era poder rendir culto a Nuestro Padre Jesús del Silencio en Cádiz, para la autoridad eclesiástica era visto como una corriente devocional rejuvenecedora con la que había que acabar. 

En pleno debate sobre qué hacer con la Imagen del Señor, el sacerdote capuchino Fray Ricardo de Córdoba, que por entonces se encontraba en nuestra ciudad predicando los Cultos de la Orden Servita, se hace eco de los acontecimientos y decide poner en contacto a la Junta Pro-Cultos del Señor del Silencio con la Junta de Gobierno de la Hermandad del Amor de Córdoba. El acercamiento entre ambos grupos se lleva a cabo durante el mes de septiembre del año 1991. El por entonces hermano mayor de la Hermandad del Amor, Joaquín Santiago Fenoy y el Presidente de la Agrupación de Hermandades y Cofradías de Córdoba, Juan B. Villalba, hicieron posible, con el visto bueno de los obispos de Córdoba y Cádiz y de Silverio Sotomayor, cofrade gaditano, que la imagen pudiera encontrar, por fin, una sede donde poder rendirle culto. El futuro del Señor del Silencio, parecía estar fuera de nuestras fronteras. Podemos decir literalmente que fue expulsada de Cádiz. El 25 de septiembre la imagen es trasladada a Córdoba, y a la espera de resolverse el expediente de acogida por parte del entonces Obispo, Monseñor Infante Florido, es depositada temporalmente en la sede de la Agrupación de Cofradías, hasta que el día 16 de noviembre de 1991, el Señor del Silencio es trasladado en vía-crucis a su nueva sede canónica, la Parroquia de Jesús Divino Obrero. Ya en la Semana Santa del año 1992, Nuestro Padre participa en los desfiles procesionales cordobeses siendo acompañado desde entonces por muchos gaditanos que se desplazan en la jornada del Domingo de Ramos hasta la ciudad de los califas. Tan sólo dos años después de la llegada de la preciosa imagen del Silencio en el Desprecio de Herodes a Córdoba, la Agrupación de Hermandades y Cofradías de Córdoba la designó para presidir el vía-crucis de la Agrupación, durante la Cuaresma de 1994.

Desde entonces y en la actualidad, Jesús del Silencio pertenece a la Real Hermandad y Cofradía del Santísimo Cristo del Amor, Nuestro Padre Jesús del Silencio en el Desprecio de Herodes y María Santísima de la Encarnación. (...). Pasados los años, aún hay quienes recuerdan con dolor los episodios polémicos vividos con motivos de la actitud del párroco Enrique Arroyo. Quizás en aquellos tiempos faltó tener un poco de conciencia cristiana, actuando en consecuencia con el impacto devocional que tuvo el Señor del Silencio en San Antonio. Su actitud autócrata valió, previo consentimiento de la autoridad eclesiástica, para que la ciudad de Cádiz perdiera dicha talla. Hoy en día, a los devotos de Jesús del Silencio, tan solo les queda rezar ante el espectacular mosaico que en la calle Benjumea recuerda para siempre la devoción del Señor del Silencio en nuestra ciudad".

Consciente de los episodios históricos que marcaron decisivamente la llegada de "la imagen despreciada que tuvo que emigrar a Córdoba", la hermandad del Amor ha querido de manera más que simbólica iniciar la celebración de los XXV (1991-2016) años como titular de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús del Silencio en el Desprecio de Herodes, en la ciudad de Cádiz, con un sencillo acto de confraternización que en buena lid estará profundamente cargado de sentimiento, el próximo 25 de septiembre a las 13:00 horas en la casa Hermandad Jesús del Silencio de la calle Benjumeda, en la ciudad de la que procede la imagen que hoy es parte sustancial de la hermandad y sin la que sería imposible comprender su maravillosa realidad.

Una jornada en la que entremezclarán los sentimientos de cordobeses y gaditanos en torno a la imagen del Hijo de Dios, que guardó Silencio ante la prepotencia y la injusticia para elevarse poderoso por encima de las leyes de los hombres, y que pasará a formar parte de la memoria colectiva de los hermanos de la corporación y de los devotos de Jesús del Silencio.

Retablo de Nuestro Padre Jesús del Silencio
Compás de San Francisco, Córdoba






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