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martes, 23 de agosto de 2016

Enfoque: Revolución en el Vaticano


José Barea. Que el Papa Francisco sea calificado como revolucionario desde muchas décadas atrás es algo que no debería sorprender a nadie. Son muchos los gestos que desde que comenzó su papado dan buena cuenta de que estamos ante un Papa progresista y que se acerca constantemente, tanto en palabra como en obra, al mensaje de Jesús. Permanentemente cerca del débil, del enfermo y de los niños, tampoco descuida la figura de la mujer, que quizá ha sido injustamente tratada en el seno de la Iglesia de forma histórica.

Uno de los temas que el sector más joven y moderno de la Iglesia viene poniendo en la palestra desde hace años es el papel de la mujer en la Iglesia, que históricamente se ha limitado a ser pasivo y en segundo plano. El Papa Francisco ha anunciado la creación de una comisión eclesial para estudiar y analizar la participación de las mujeres en el diaconado, que es justo la antesala al sacerdocio. Y, si procediera, aprobarla. Para aclarar conceptos, un diácono puede desde el Concilio Vaticano II administrar Sacramentos como el Bautismo, la Eucaristía, el Matrimonio y la Extrema Unción, así como presidir el culto. Sin embargo, no pueden administrar el Sacramento del Perdón o consagrar.


La ya mencionada comisión estará formada por doce miembros, seis mujeres y seis hombres, y entre ellos tres españoles: Nuria Calduch, Santiago Madrigal y Luis Fernando Ladaria, este último presidirá la comisión. Algunos de los participantes de esta comisión manifiestan la extrema igualdad que existía en los primeros años del cristianismo, donde mujeres y hombres eran ordenados al mismo nivel, y la necesidad de recuperar el papel vital que las mujeres desempeñaban en esas primeras comunidades cristianas.

Sin duda estamos ante un momento vital que marcará el devenir de la Iglesia Católica de los próximos años y que puede ser, sin duda, una de las grandes revoluciones de su historia. Los cofrades quizá somos más modernos en este sentido, y es que a nadie sorprende ya el hecho de ver mujeres en las Juntas de Gobierno incluso presidiéndolas con gran maestría, ni ver mujeres costaleras cargando los pasos de Semana Santa. ¿Por qué no puede haber mujeres administrando Sacramentos y ejerciendo el diaconado incluso el sacerdocio en un futuro? El debate está servido.

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