Guillermo Rodríguez. Veinte hermandades y veintiséis pasos. Esos son los fríos datos de una de las realidades más contundentes y satisfactorias de nuestra actual Semana Santa. Desde el Domingo de Ramos al Viernes Santo la nómina de hermandades que confían en bandas de Córdoba se ha ido consolidando e incrementando paulatinamente en los últimos años, lo que de buena cuenta de la incuestionable calidad de nuestras formaciones musicales al tiempo que evidencia que la confianza en sus posibilidades ha ido in crescendo a consecuencia del nivel alcanzado y de haberse ido paliando ese complejo tan cordobita de que “lo de fuera siempre es mejor que lo de casa”.
Cierto es que algunas de nuestras bandas han tenido que atravesar por una auténtica travesía del desierto hasta que su categoría ha sido valorada como merece por quienes ostentan la responsabilidad de contratar a la formación adecuada para acompañar a los Titulares de cada cofradía. Como lo es el hecho de que algunas hermandades han sido ejemplo a la hora de otorgar la confianza merecida y debida a unos músicos que en algunos casos, han tenido que emigrar lejos de nuestras fronteras para que algunos se dieran cuenta de su incuestionable capacidad y que hay otras hermandades cuyos rectores serían incapaces de reconocer la calidad de la mismísima Filarmónica de Viena aunque la tuviesen delante de sus narices, si en lugar de ser de Viena fuese de Córdoba.
De este modo, Entrada Triunfal, Misericordia, Caído y Descendimiento depositan su confianza en la excelente Caído y Fuensanta que ha ido elaborando un estilo definido y perfectamente reconocible que se ha convertido en su seña de identidad; Amor, Agonía y Calvario hacen lo propio con la magnífica Banda de la Salud que por fin está recogiendo los frutos de su inconmensurable trabajo y la enorme capacidad de José Luís Jurado González en la dirección y Rescatado, Merced, Perdón y Angustias, revolución incluida, cuentan inequívocamente con la impecable Coronación de Espinas para acompañar a sus respectivos Titulares, lo que revela con absoluta nitidez el inmejorable momento de las bandas de cornetas y tambores de la ciudad de San Rafael, mostrando un sendero por el que deberá continuar la BCT Ciudad de Córdoba, a la que tendremos oportunidad de escuchar abriendo el cortejo de la salida de la Fuensanta en apenas dos semanas.
También las agrupaciones musicales gozan de un lugar destacado entre las hermandades cordobesas a la hora de elegir sus acompañamientos musicales. Para regocijo de los amantes del estilo clásico que propugnan, Redención volverá a desplegar su estilo inconfundible detrás del misterio de la Oración en el Huerto, recuperando una imagen ansiada por muchos cofrades cordobeses, lo que unido a su presencia tras Redención y Clemencia dará la posibilidad de disfrutar de su música hasta en tres ocasiones la próxima luna de Nisan. Por su parte, Cristo de Gracia, que avanza con gran poderío, sin solución de continuidad, en su expansión lejos de Córdoba, demostró su indiscutible nivel tras el misterio del Prendimiento y tras el misterio de su hermandad el Jueves Santo, con el que logran una perfecta simbiosis a lo largo de todo su recorrido por las calles cordobesas. Finalmente la Sagrada Cena, continúa dando muestras de su permanente evolución tras el misterio que preside Jesús de la Fe, con un estilo clásico, perfectamente identificable, merced al buen hacer de su director, Rafael Palos.
Respecto a las bandas de música, a la espera de que el tiempo determine el futuro de la novísima e ilusionante Ad Libitum, la Banda de La Esperanza se consolida como una de las grandes del género, logrando un pleno de Domingo a Viernes –Esperanza. Dulce Nombre, Reina de los Ángeles, Lágrimas, Mayor Dolor en su Soledad y Buen Fin-, que da buena cuenta de que a pesar de no ser fácil, cuando se logra alcanzar la cima, algunos lo hacen para quedarse y que es factible ser profeta en la propia tierra. Un cuidado repertorio y una impecable interpretación han logrado lo que antaño parecía imposible, que los cordobeses sean conscientes de que tienen a una de las mejores bandas de música del actual panorama cofrade. Por su parte, la Banda de Nuestra Señora de la Estrella, cuyos sones acompañan a su Titular y a la Virgen de los Dolores el Viernes Santo, ha logrado ir superando con alta nota cada uno de los desafíos a los que se ha ido enfrentando desde su fundación, para ir consolidándose no ya como una apuesta de futuro sino como una auténtica realidad. La recuperación de la Banda del Cristo del Amor tras el palio de la Encarnación es otra de las señales que han de llenar de esperanza a quienes pensamos que el futuro de nuestra música cofrade es esencialmente prometedor.
En resumen, la música cofrade de la ciudad de San Rafael goza de una salud impecable e indiscutible lo que se traduce, sin temor a equivocarnos, en la mejor época de su historia, gracias al excelente trabajo de todos sus músicos, a su capacidad de sacrificio y a la humildad necesaria para analizar sus carencias pasadas y subsanarlas para crear un rotundo presente, pero también gracias a que muchos de nuestros dirigentes, pese a que aún queda camino por recorrer, han sido capaces de hallar la luz fuera del túnel de los estereotipos y el amor por lo foráneo que, hoy sí podemos decir, raramente mejora autóctono. Que cunda el ejemplo.