Redacción. Comienza a reactivarse a paso muy cortito la actividad cofrade. Una actividad que irá creciendo en intensidad paulatinamente a medida que avancen las jornadas de manera inversamente proporcional a la longitud de las horas de sol. Esta semana ha estado marcada por la salida procesional de San Lorenzo por calles del barrio al que da nombre. Esta procesión se ha bastado y sobrado para que algunos de sus protagonistas sean merecedores del incienso y del carbón:
Incienso: El pueblo cofrade cordobés, que ha dado una vez más muestra de que se echa a la calle cuando es reclamado por las hermandades. No diremos en masa, ya que el hecho de estar en agosto y el calor insoportable que soporta la ciudad en estas fechas influyen notablemente, pero la asistencia a un evento que aún carece de tradición histórica y de aquellos elementos que según los detractores de salidas de este tipo –ni es un palio vistoso, ni lleva cornetas, ni cambios que valgan- son los que hacen que acudan espectadores, sobre todo de cierta edad y no la fe y el gusto por las cofradías. Incienso para quienes acudieron en muy buen número para demostrar que los cofrades están muy por encima de detalles sin importancia.
Carbón: Suspenso con nota muy negativa para los responsables de que la dotación policial, que acompaña -o debe- a acontecimientos de estas características llegase más de hora y media tarde. Fuesen quienes fuesen, no es de recibo que una cofradía, que está obligada a solicitar todos los permisos municipales pertinentes para poner un cortejo en la calle no merezca que quienes lo componen gocen de la seguridad necesaria. Que no se vuelva a repetir.