Suspira el querubín revoloteando entre nubes de penetrante incienso por una plaza presidida por un crucificado desagraviado y misericordioso.
Suspira el ángel porque sabe que el Cristo no daría perdón a quienes por arrabales desmienten lo que en consulta se dijo y luego se desdijo, aunque el hecho es que se dijera ante testigos.
Suspira el querubín entretenido al comprobar que el lodo del fondo de la calle mancha el camino de la servita venerada que desconsolada llora por las penas de sus fieles y devotos.
Joaquín de Sierra i Fabra
Foto Álvaro Córdoba