Antes de nada, agradecer enormemente a Gente de Paz, y a su director, Guillermo Rodríguez, por brindarme la oportunidad de no solo de poder escribir y colaborar en tan insigne web, sino también por mostrarme una amistad tan sincera que no entiende ni de distancias ni diferencias. Gracias.
Y sin más preámbulos, que se consuma la cera del pensamiento cofrade, tan personal que no tiene espejo donde mirarse. Seamos únicos, como así nos hizo Dios, y como así hizo el mundo (incluido el cofrade).
Un mundo tan amplio y abierto como un prado, pero que al recorrerlo uno se da cuenta que no todo son rosas: también hay espinas. Es tan complejo como cualquier otro, pero que se vive más cerca posiblemente que cualquier otro, y nos produce un pavor y una insatisfacción que nos remueve lo que cada uno lleva por dentro, que nos duele más la puñalada de un cofrade que la de un hermano.
Yo tiendo mi mano y no me las lavo. Todos sabemos que al ser únicos, compartiremos letras y renglones, y otros que no. Simplemente disfrutemos con el buen hacer de Gente de Paz, con su compromiso y esa luz escondida entre varales que alumbra la desmedida ignorancia que va ganando callejones en las ciudades de la desmemoria.
Todos por igual, a ésta es.
Carlos Medina