Aquella
tarde del 23 de diciembre de 1818 Joseph Mohr no podía ni imaginar
que la poesía que estaba escribiendo y que después mandaría a su
amigo Franz Gruber para que le pusiera música se convertiría en el
villancico más cantado en el mundo. El joven sacerdote de Oberndorf preparaba
la Misa del Gallo y ante la avería del órgano, compuso «Stille Nacht» («Noche
de paz») para que se interpretara con una guitarra en la iglesia de San Nicolás
de este pequeño pueblo pesquero austriaco.
Mohr no
obtuvo con la canción ni para pagarse su propio entierro y nunca se
hubiera conocido su autoría si en 1854 un miembro de la capilla real áulica de
Berlín no se hubiese preguntado por el origen del villancico. Aparecería en las
partituras como «autor anónimo», como la mayoría de los villancicos populares
cuyo origen se pierde en tierras castellanas.
Ya en
el siglo VI, según cuenta Pelagio y recogía ABC en 1970, San Prudencio se
detuvo una noche de camino entre Armentia al Duero con unos pastores y «les
instruyó en la doctrina de Cristo, cantándoles salmos y coplas alusivas a la
Natividad». De dos siglos antes data el villancico más antiguo, atribuido
a San Hilary de Poitiers: «Jesus
refulsit omnium».
El
término villancico no
aparece hasta el siglo XV, cuando el marqués de Santillana titula así una de
sus composiciones. Don Íñigo López de Mendoza ya llamaba «cantares
antiguos» a estas canciones de villanos (como se denominaba a los habitantes de
las villas, sin la connotación peyorativa de hoy), que por entonces no eran
exclusivamente religiosas, ni navideñas.
El
matrimonio entre los villancicos y la Navidad se produjo en el siglo XVI y
aunque en el siglo XVIII se prohibió su interpretación durante las
celebraciones religiosas, cada Navidad resurgen entre los turrones, el belén y
las zambombas. La impronta popular ha llegado hasta nuestros días en
composiciones como esta asturiana tan conocida: «Esta noche es Nochebuena, y mañana,
Navidad; saca la bota, María; que me voy a emborrachar».
Al
nacer de las coplas que cantaba la gente del pueblo, poco se sabe de su origen.
De algunos solo se conoce su procedencia. «Los
peces en el río», «Campana sobre
campana», «Una pandereta suena»,
«El chiquirriquitín» o «Gatatumba», son andaluces;
«Ya vienen los Reyes», de Aragón; «Hacia Belén va una burra», de Castilla-La Mancha o
«Dime Niño», de Murcia.
Solo de unas pocas canciones navideñas se saben -o se sospechan- más datos:
La marimorena
¿Fue
una tabernera madrileña quien inspiró el villancico en el siglo XVIII? En la
Navidad de 1702, el estruendo de zambombas, tambores y panderetas habría
entorpecido la ceremonia religiosa que se celebraba en el convento de San
Francisco y entre los alborotadores se encontraba María Morena (no se sabe si
era el apellido o se le llamaba María la morena por el color de su cabello).
Otros señalan a esta tabernera de la Cava Baja como la causante de la frase
«armar la marimorena», pero no del villancico que, dicen, se refiere a la
Virgen María, conocida en muchos lugares como la Virgen Morena, la Moreneta...
El tamborilero
La atribución
más antigua que se tiene data de 1941, cuando la pianista
estadounidense Katherine Davis traduce libremente al inglés un
supuesto villancico tradicional checo, titulándolo «Villancico del tambor». El
tema recoge una leyenda francesa del siglo XII, «El juglar de Nuestra Señora»,
en la que un juglar entona su canto ante la estatua de la Virgen y ésta le
sonríe. La canción se conoció internacionalmente a partir de 1955, gracias a
una grabación de la famosa Familia Trapp y fue popularizada en un
arreglo de Henry Onorati, original de 1957, producido en 1958 por Harry
Simeone.
Adeste Fideles
El
villancico en latín más famoso del mundo ha sido atribuido a San Buenaventura,
un franciscano italiano del siglo XIII o al rey portugués Juan IV, el rey
músico, pero la hipótesis más aceptada apunta al músico inglés John
Francis Wade, que lo habría compuesto en 1743 cuando trabajaba en el Centro
Católico de Douay, en Francia. Así lo puso de manifiesto la investigación
realizada por el monje benedictino Dom John Stephen. Se conoce un manuscrito
con la letra y música que data del 1751 y 1760.
Blanca Navidad
Una
canción navideña figura en el libro Guinness de los records como el tema más
vendido en la historia (con unos 50 millones de copias en todo el mundo). Lo
logró «Blanca Navidad», de Irving Berlin, cantada por Bing Crosby.
Fuente Original
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