Estamos en la noche del 24 al 25 de
diciembre, y seguramente tenga usted muchas mejores cosas que hacer que leer
estas humildes líneas. Lo cierto es que empiezo el texto sin saber muy bien dónde
voy a terminar. Me inunda un sentimiento de gratitud hacia usted como lector
porque, aunque suene a tópico, la labor que tanto yo como mis compañeros del
blog hacemos, no tendría sentido si al otro lado de la pantalla nadie se
molestara en hacer click para leer los diversos artículos, noticias, etc. A mis compañeros de Gente de Paz les digo que ha sido un placer compartir trabajo durante un año más, hay gente muy buena formando el equipo de este blog y ello hace que se continúe viendo el fruto de lo sembrado. A todos ellos también gracias.
Estamos en las fechas clave, una época en la que todos nos volvemos
especialmente solidarios, las Hermandades llevan a cabo sus habituales y
realmente necesarias campañas de recogidas de alimentos y juguetes, y parece
que nos acordamos de personas que durante todo el año parecían haber sido
invisibles. Quizá por ello la Navidad es, en muchos casos, la fiesta de la
hipocresía. Hacemos cosas que deberíamos hacer durante los 365 días del año, y
lo peor es que somos perfectamente conscientes de ello. Pero no quisiera
caminar en esa dirección para no enturbiar el ambiente navideño, para que vean
que uno también se mete en el carro de los hipócritas.
Es tiempo de reunirse con las familias, también de muchas cenas de
Hermandad, y por supuesto de hacer un repaso de cómo ha sido este año. Ahí no les
puedo ayudar yo, pero sí que le puedo invitar a hacerlo. Es necesario ser
consciente de dónde venimos para saber a dónde vamos, es una frase a la que recurro con frecuencia, pero no por ello deja de ser verdad. Es el momento para
reflexionar cómo nos relacionamos con nuestra Madre Iglesia, si recurrimos a
Dios solamente cuando nos hace falta pedirle algo o verdaderamente le incluimos
en nuestra vida a diario. No hace falta ir a misa diariamente, aunque sí que es
conveniente hacerlo con cierta asiduidad, y estar en un contacto más o menos
constante con la Palabra. Es necesario que cada cristiano sepa vivir de forma
que el resto de la sociedad con la que está en contacto sepa que somos
cristianos, hemos de ser perfume de Cristo y que nos conozcan por ello. Hoy es
el día en el que celebramos el Nacimiento de Jesús, pero muchos ni si quiera
con conscientes de ello y otros no cejan en su empeño de apartar a todo lo que
desprenda el aroma de Dios de la sociedad en la que vivimos. Algo absurdo,
porque si empezamos a alejar a Dios de nuestra sociedad terminaremos cayendo en
la cuenta de que nos quedamos sin sociedad. Recuerden, hoy es la noche de Dios,
ya es Navidad. Que esta no esté vacía y carente de sentido, Jesús viene
al mundo para salvarnos. Los cofrades estamos deseando de matarlo –entiéndase el
comentario- para que tenga lugar la Pasión y la Semana Santa, pero hemos de
aprender a darle el tiempo justo a cada una de las cosas. No nos apresuremos en vivir
esos siete días, celebremos que Dios ha nacido y habita entre nosotros.
Feliz Navidad.
José Barea