Siguen pasando los meses y no parece que la polémica en todo lo relativo al traslado de la Carrera Oficial – servida desde antes incluso de empezar – se vaya a acabar nunca. Todo está sujeto a un eterno debate y a intereses que obstaculizan el proyecto tanto desde fuera como desde dentro y hasta los temas que poco a poco parecen ir resolviéndose de un modo más o menos conciliador, al menos de cara a la galería, dejan con cada resolución la atmósfera enrarecida del que acepta un acuerdo sintiéndose con esto más obligado que convencido.
A lo largo de este proceso se han ido sucediendo todo tipo de conflictos, a cual más tedioso. Uno de los primeros llegaba de la mano de la famosa celosía a la que con tanto celo se ha aferrado Rafael De La-Hoz y con cuya retirada se verá tan favorecido el tránsito por la Catedral. Luego estaban las hermandades que con gran firmeza se oponían al traslado, con excusas o razonamientos tratando incluso de poner en jaque la iniciativa y con ellos salían los que invitaban a recapacitar sobre la idea que tanto entusiasmaba a una gran parte del colectivo cofrade, llamando la atención sobre el complicado entorno de la Catedral.
Cuando el tema parecía al fin afianzarse, comenzaron a escucharse con más fuerza preguntas que ya requerían respuesta inmediata: cuál sería el recorrido exacto, las pertinentes alternativas propuestas, cómo se haría para evitar que las cofradías se entorpeciesen unas a otras, las poquísimas horas de estación de penitencia con las que ahora se encontraban algunas y las muchísimas que se le venían encima a otras, temiendo ver sus filas menguadas ante esa perspectiva y barajando con ello un próximo cambio en su día de salida. Pero no se quedaba ahí la cosa, ni mucho menos, porque luego llegaba la prohibición de usar Deanes para más tarde flexibilizar esta, a priori, estricta medida con según qué casos. Y luego y como colofón aparecerían otras cuestiones como el comprometido orden de acceso a la Carrera Oficial o que si se permitiría el libre acceso de público al Patio de los Naranjos.
En resumen, toda una colección de interrogantes y problemáticas que no han dejado de surgir y que como mínimo han invitado a hacerse alguna que otra pregunta sobre la organización en torno a la que se ha configurado la nueva Carrera Oficial y también sobre si en muchos aspectos no han podido a veces más las ganas y la inmediatez que el rigor y la calma con los que tal vez se hubieran evitado una gran cantidad de desajustes.
Esther Mª Ojeda
Foto Antonio Poyato