Carlos Gómez. La intrahistoria de las hermandades se compone de una multiplicidad de elementos que configuran su idiosincrasia y determinan su personalidad. Uno de los factores que determinan de manera decisiva esa singularidad que toda corporación posee es, sin lugar a dudas, el hogar en el que se desarrolla, lugar de culto y origen del caudal de devociones que emana de la Madre de Dios y su Bendito Hijo, su verdadero centro neurálgico.
2017 será un año extremadamente especial para la hermandad de la Divina Pastora y Santa Marina, porque la corporación celebrará el XXV aniversario de la cesión de la capilla del antiguo Hospital de los Viejos para que se convirtiera en su sede canónica. Tal y como la propia corporación explica en su su web corporativa, "será el día 13 de septiembre, apenas una semana antes de la procesión triunfal, cuando se cumpla la efemérides de su bendición por el entonces arzobispo de Sevilla, Fray Carlos Amigo Vallejo, que recibió a la Virgen en un templo mucho más desnudo que ahora, en el que un gran muro separaba la nave del presbiterio, afectado entonces por el desplome de la bóveda de crucería de la que sólo se conserva el arranque. El diario ABC, en su edición de la víspera, se hacía eco del esfuerzo titánico de una hermandad tan pequeña pero tan valiente.
Aquel año 1992, además, la hermandad celebraba otro aniversario algo más entristecedor. Cincuenta años desde aquel traslado desde la iglesia del convento de la Paz hasta San Martín, ocurrido un frío 7 de enero de 1942, gracias a la colaboración del sacerdote Domingo Martínez y las gestiones llevadas a cabo por otro joven e influyente sacerdote, don José Sebastián y Bandarán, consultor canónico de la hermandad y casi familiar de Ascensión Rodríguez Berraquero, que tanto había de luchar después por la pervivencia de la corporación en los peores años de su decadencia, donde la conocería también Juan Martínez Alcalde en los primeros tiempos de aquellas dificultades.
Se cumplen, pues, 75 años de la estancia de la Divina Pastora en ese barrio, en el que recibió culto en la propia iglesia de San Martín, en la parroquia de San Andrés y el convento de las Esclavas en diferentes etapas, llegando a salir también de la capilla de Montesión. El último tercio de estos tres cuartos de siglo los pasó ya entre su capilla y la sede de las Esclavas, volviendo en 1996 al Hospital de los Viejos y abandonándolo para salir en procesión en septiembre de 2002 desde San Martín, tras la colocación del nuevo zócalo y nuevas mejoras en el recinto.
Continuas idas y venidas que nos recuerdan la lucha de aquellos que, especialmente durante la segunda mitad del siglo XX, no cejaron en su empeño de querer a la Primera Pastora del Mundo y mantener vivo su Rebaño Primitivo. Por ellos, por todos los que le sucedieron y vendrán, del 2017 en adelante, nos disponemos a celebrar de forma especial este aniversario".