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jueves, 12 de enero de 2017

La evolución del misterio del Buen Suceso


Esther Mª Ojeda. Al igual que sucede en todos los posibles contextos, el tiempo es siempre el factor clave para entender debidamente el progreso de una hermandad. Un progreso que, a veces, puede ser más o menos llamativo o manifiesto dependiendo de si esos cambios se han ido produciendo con mayor discreción – como a menudo ocurre con las actividades rutinarias de las cofradías – o, por el contrario se lleva a cabo de forma pública hasta el punto de que el propio pueblo sea testigo de dicha evolución.

En el caso de la Hermandad del Buen Suceso, esas modificaciones se han ido reflejando de forma especialmente evidente en el paso de misterio, que a lo largo de los años ha sido objeto de mejoras e innovaciones que han llevado al enternecedor titular de la corporación a procesionar sobre el inacabado aunque prometedor paso de rocallas y líneas curvas remodelado por Miguel Ortiz. Asimismo, la escena ha ido variando en diversos períodos hasta dar forma a las magníficas tallas que actualmente acompañan a Nuestro Padre Jesús del Buen Suceso, todas ellas realizadas por Miguel Ángel González Jurado. 

Sin embargo, tanto las imágenes como la disposición de estas ha cambiado notablemente desde que la hermandad se pusiese por primera vez en la calle en el año 1974 tras la fundación de la misma en 1973. En aquellos primeros tiempos, la iconografía que daba forma a la escena del Buen Suceso se alzaba sobre un paso en caoba que había pertenecido a Nuestro Padre Jesús de la Humildad y Paciencia hasta 1974 iniciando una andadura en el seno de la corporación que duraría hasta la década de los 90. En él, el pueblo cordobés pudo llegar a ver una estética que iba desde las jarras intercaladas con pequeños faroles en las esquinas hasta faroles de mayor tamaño e incluso hachones.

En lo que respecta a las tallas que entonces componían el misterio, cabe destacar, por supuesto, la del dulce nazareno – del siglo XVII, procedente de la Iglesia de la Magdalena – y el resto de figuras, también de considerable antigüedad y distintos orígenes, pues la Virgen provenía del desaparecido convento de los mínimos y las demás de las ermitas de San José o el Buen Suceso.

Por aquellos años, la escena quedaba compuesta por las imágenes de la Santísima Virgen, San Juan Evangelista – del que ya hemos hablado en anteriores publicaciones de Gente de Paz y que, al igual que el paso, había pertenecido a la Hermandad de la Paz hasta que esta decidió recuperarlo recientemente – Santa María Magdalena y Simón de Cirene. 

Durante algunos años, la cofradía optó por ir reubicando las imágenes que escenificaban el Encuentro entre el Señor y la Santísima Virgen, dando lugar a diferentes composiciones de las que dan pruebas muchas de las fotografías que se fueron realizando. De este modo, es posible ver a través de ellas cómo el Señor quedaba ubicado en la parte frontal del paso junto a su Madre, quedando las restantes distribuidas hacia el centro y la trasera. En contraste con lo dicho previamente, otras instantáneas – como en la que la Hermandad del Buen Suceso se dispone a subir la Calle Claudio Marcelo – muestran al Señor en medio del paso, con la talla de la Virgen a su derecha, Santa María Magdalena y San Juan en la frontera colocados frente al titular y, como es natural, con el Cirineo en la parte trasera sujetando el peso de la cruz.

El Martes Santo de 1983, tal y como se muestra en la fotografía, llegaba con una aún joven hermandad que en esa ocasión presentaba al Señor nuevamente al frente en compañía de su Madre – nuevamente a su derecha – dejando a las demás tallas integrantes del misterio repartidas por el resto del paso. Una vez más, la edición del Diario Córdoba del 26 de marzo de 1986 se hacía eco de la salida de la cofradía de San Andrés, que para entonces había vuelto a alterar la estética del paso de misterio, situando esta vez a todas las imágenes alrededor de Nuestro Padre Jesús del Buen Suceso, quien queda ubicado nuevamente en el centro de la escena.

Ya en 1991, se produciría un cambio sustancial que modificaba la estética sustancialmente, pues en ese año la composición prescindió por primera vez de la tradicional presencia del Cirineo, imagen que años ha había sido un San Expedito que Juan Martínez Cerrillo había adaptado para convertirlo en el incondicional Simón de Cirene.

No fue hasta el año 2003 cuando comenzase la profunda reforma del fabuloso misterio de la que la cofradía hace gala en la actualidad, con la ejecución del nuevo San Juan con el que se empezaría a dar forma a nuevas disposiciones, sumando en 2004 la hermosísima Magdalena y en 2005 María Salomé y María Cleofás. Un año más tarde, la figura del Cirineo volvió a formar parte de la escena del Buen Suceso hasta incorporar por último en 2008 el soldado romano, completando al fin el incomparable misterio realizado por  Miguel Ángel González Jurado.

Fotografía Diario Córdoba




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