Maravillosas fotografías de las magníficas Imágenes Titulares de la Hermandad del Señor de la Caridad, cedidas por nuestro compañero Antonio Poyato.
El texto que a continuación desarrollamos está extraído de la página de la Hermandad del Señor de la Caridad de la cuál hemos destacado sólo unas pocas referencias por su importancia y relevancia histórica. Rogamos encarecidamente a nuestros queridos lectores acudan a la fuente para conocer y valorar en su justa medida el maravilloso pasado de esta magnífica hermandad cordobesa, para evitar quedarnos en la mera superficie aprendiendo su enorme grandeza.
La Hermandad del Señor de la Caridad fue fundada en
el s. XV en el Monasterio de San Pedro el Real (San Francisco) para asistir a
los desvalidos y atender a los moribundos, siendo su actividad tan relevante
que recibió numerosos privilegios a fin de potenciarla. A finales del s. XV
construye el Hospital de la
Santa Caridad en la
Plaza del Potro, al que se traslada. Fueron miembros de la Cofradía , los Reyes
Católicos, Juana I, Carlos I, Felipe II y destacados miembros de la nobleza
como D. Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán.
En el s. XIX la Hermandad languidece
hasta llegar a su extinción. En 1939 se refunda, haciendo de nuevo estación de
penitencia el Domingo de Ramos de 1940.
La imagen del Señor es anónima
del siglo XVI. Es una talla de estilo manierista que representa a Cristo muerto
en la Cruz. Fue
restaurado en los siglos XVII y XVIII y posteriormente por Rafael Díaz Peno en
1939 y Miguel Arjona en 1982. La imagen de la Dolorosa (siglo XVIII). Representa a la Virgen arrodillada a los pies de Cristo. Fue
restaurada por Rafael Díaz Peno en 1940, Luis Alvarez Duarte en 1980 y Santiago
Molina Ruiz en 2001. De 1671 se estima es la imagen de
la Virgen que
figura arrodillada a los pies de la
Cruz del Señor de la Caridad. Se atribuye muy probablemente a José de
Mora y en todo caso a la
Escuela Granadina por él impulsada. De siempre ha sido
conocida la imagen como Virgen de los Dolores y así figura en documentos
antiguos de los archivos parroquiales, siendo muy similar a la imagen de la Virgen de la Soledad que está en la Iglesia de Santa Ana de
Granada.
Contexto histórico
“Las hermandades hospitalarias o de caridad
fueron, al decir de los historiadores, las primeras en aparecer, conservando
una tradición y una labor social y caritativa fundamentales para el
desenvolvimiento de su vida espiritual. Estas hermandades, que solían proceder
de los estamentos sociales más altos, son las que a su vez llegan a los grupos
sociales más humildes de la ciudad, necesitados de socorro y ayuda.
En sus estatutos, además de las
reglas de carácter religioso y devocional o de culto a una imagen, a los
difuntos de la hermandad, etc, aparecen otras que establecen la obligación de
los cofrades de realizar obras de caridad, que se hacían en los hospitales que
cada cofradía fundara. Estos hospitales realizaban las labores más diversas:
limosnas para el rescate de cautivos, enterramiento de ajusticiados,
mantenimiento de huérfanos y viudas, casas de salud, recogimiento y
convalecencia de afectados por determinadas enfermedades, etc”. (Julián Hurtado
de Molina. “La Semana
Santa de Córdoba”. Sic.).
Es en la práctica a partir del Concilio
de Trento, XIX Concilio Ecuménico, cuando toman cuerpo y se desarrollan,
fundamentalmente y en general, las hermandades y cofradías, como muestras
externas de fe y devoción, como manifestaciones religiosas populares,
propiciadas e impulsadas por aquel, y como respuesta a la Reforma Protestante ,
como fue dicho Concilio.
Este Concilio tuvo como fines, el
definir la doctrina de la
Iglesia , eliminar costumbres perniciosas de parte del clero y
discutir el modo de conjurar la herejía propiciada por dicha reforma
protestante, encabezada principalmente por Lutero, Calvino, Zuinglio y Enrique
VIII, y que se desarrolló en tres etapas: del 13 de Diciembre de 1545 hasta
1547 bajo el papado de Paulo III y que se refirió fundamentalmente a
soluciones dogmáticas (Tradición, Santa Biblia, Pecado Original, Sacramentos,
especialmente Confirmación y Bautismo); de 1551 a 1552 bajo el Papa Julio
III, (referida esencialmente a Confesión, Unción de enfermos, Eucaristía,
jurisdicción eclesiástica, y disciplina de clero); de 1562 a 1563 bajo el
Papa Pío IV, (donde queda reconocida la autoridad pontificia, y los principales
decretos versan sobre la liturgia de la
Misa , matrimonio, órdenes y reformas eclesiásticas). Estos
decretos conciliares se ratificaron por la Bula Benedictus
Deus en 1563.
No obstante, en el siglo XIV ya
se habían alzado voces en pro de una depuración de costumbres. Este movimiento
reformista desde dentro de la
Iglesia empezó a tomar cuerpo con el Oratorio de Amor Divino
(1497). A este primer intento nacido en el propio seno de la Iglesia y de carácter
constructivo, vino a añadirse otro originado por los ataques protestantes, de
carácter negativo. Ambos intentos se entrecruzaron, y el espíritu reformista
surgido entre religiosos y fieles, cuajó en los altos niveles de la Iglesia , con lo que el
Papa Paulo III (1534-1549) acabó por mostrarse partidario de la reforma,
contando con el apoyo de Carlos I de España y V de Alemania y de la Compañía de Jesús, y se
culminó en el referido Concilio de Trento, dándose con ello lo que se ha venido
denominando Contrarreforma. Posteriormente, este espíritu se extendió a toda la Iglesia , surgiendo nuevas
Ordenes Religiosas y produciéndose una gran floración de místicos y beatos.
Hitos en la historia de la
Hermandad :
“Hacia el año 1400, eran tantos
los desvalidos que fallecían en la mayor miseria por falta de medios para su
asistencia, que algunas personas de alta jerarquía se asociaron con la idea de
recogerlos y darles los socorros necesarios; mas sin formar hermandad ni
reunirse apenas, hasta 1443 que ya se juntaron y erigieron aquella, concibiendo
el pensamiento de establecer la hospitalidad; entonces redactaron bases para
ello....”. (T. Ramírez de Arellano. Paseos por Córdoba. Sic).
Manuel Bergillos en la investigación
que realizó sobre la Cofradía
para su tesis doctoral, encontró en los archivos de la Diputación , un estado
de cuentas de la Caridad
fechado en 1404”. Aunque en un principio su actividad estaba muy dispersa o
difuminada, siendo su objeto la asistencia de desvalidos y atención a
moribundos, su base en cuanto a la composición de sus miembros, debía de estar
constituida por una masa muy popular de artesanos y comerciantes
preferentemente”. Por tanto lo afirmado por Ramírez de Arrellano anteriormente
se ve ratificado por esta investigación y hallazgo. Para el investigador P.
Laín 1440 es el año fundacional de la Hermandad , (“Historia”, cent. 3, c. LV, pp.
162-163). Para el historiador T. Ramírez de Arellano es 1443 el año
fundacional, según recoge en su libro “Paseos por Córdoba”, (271-274).
Las Cofradías y Hospitales de la Santa Caridad
tuvieron amplia extensión y significado en el Reino de Castilla, sobre todo la
de Toledo, pero en la de Córdoba tuvo un muy importante exponente.
En junio de 1469 se produce la
llegada a Córdoba de Enrique IV con motivo de la guerra civil con el Infante
don Alfonso (1465-1468). Ello origina la división de la nobleza en dos bandos,
comandados por el Jurado Alonso de Aguilar y el Conde de Cabra por la sucesión
al trono entre la
Princesa Isabel y Dª Juana La Beltraneja. Por su
pertenencia a la Hermandad
es por lo que figura entre los atributos el Guión de Enrique IV; el de Juan II,
su padre; el de Juana I, su hija y el de los Reyes Católicos; además de gran
parte de la nobleza de la época, como Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran
Capitán, (1453-1515), el cual siendo aún mozo luchó por Isabel la Católica en la guerra
dinástica que sobrevino a la muerte de Enrique IV, (1425-1474), distinguiéndose
en la guerra y conquista posterior de Granada, 1492, y que en 1495 marchó a
Italia por orden de Fernando el Católico, regresando a España en 1507 y siendo
recluido en Loja por recelos de su popularidad.
De 1475 son los primeros datos de
la Hermandad
de la Caridad
de Toledo, la cual tenía los mismos fines básicos que la de Córdoba. Ésta,
estaba vinculada a la
Orden Tercera Franciscana, según datos de la Bula de Sixto IV del
27-5-1475, y dirigida a los Hermanos de la Cofradía de Toledo que desde su fundación se ha
ajustado a la regla de San Francisco. Aunque de la de Córdoba no hay testimonio
escrito de esta dependencia, la heráldica de nuestra Hermandad que está en la
fachada del antiguo Hospital de la
Plaza del Potro así lo atestigua, cuyos emblemas datan de
1509. Más aún, al conservarse pinturas en la Caridad de Córdoba según refiere P.Laín, que
manifiestan el traje de los Hermanos Terceros de esta época, y se supone que
guardasen la Regla
de esta Orden que fué aprobada por el Papa Nicolás IV, (papa entre 1288 y
1292), y que fue General de los Franciscanos.
En 1478 visita Córdoba Isabel la Católica , y recibe en
audiencia al Hermano Mayor en los Alcázares Reales, el cual solicita que la
cofradía se beneficie de la ley 54 de las Cortes de Toledo de 1472, que
amparaba el rescate de cautivos, (sobre esta materia hay bastante documentación
así como de la labor desarrollada por la Hermandad ), ley concedida por Enrique IV
(1425-1474) y explicable por la proximidad al reino de Granada, el cual había
sucedido a su padre Juan II (1405-1454). El 8 de diciembre Isabel la Católica (1451-1504),
hermana de Enrique IV, concede tal petición por Real Cédula; como también le
concedieron a finales de este siglo el título de Real.
En 1479 aparece con su nombre
definitivo: Cofradía de la
Santa Caridad de Jesucristo.