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viernes, 20 de diciembre de 2013

“Cada vez que visto a la Macarena me tengo que tomar un Orfidal"

Pepe Garduño sueña ya con ese 31 de mayo en que la Macarena visitará la Plaza de España y él aprovechará para retirarse después de 57 años de servicio a la hermandad.

El 31 de mayo de 2014, con 81 años a sus espaldas, se subirá por última vez a su paso para vestir a la Macarena cuando la Plaza de España se convierta por un día en la mejor Catedral para conmemorar el cincuentenario de la coronación de la Esperanza. Cumplirá entonces 57 años de servicio ininterrumpido en esta hermandad. El hombre que dotó a la Macarena de una impronta propia repasa sus años de vestidor de la Esperanza.

¿Recuerda la primera vez que se puso delante de la Macarena?

Perfectamente. La primera vez que la vestí fue de hebrea en febrero del 59. Era una cosa que yo no me esperaba. Antes, desde el 57, yo había vestido a la Virgen del Rosario . Yo sucedí a mi hermano, que como era capiller del Gran Poder, no podía seguir aquí vistiendo a la Virgen. La primera vez que me subí al paso para vestirla para Semana Santa las piernas me temblaban. Parecía que iba a subir al cielo. Yo era un novato y no me esperaba con 25 años que tenía el subirme al paso para vestir a la Macarena.

¿El vestidor nace o se hace?

Es cuestión de tener sentido artístico, buen gusto y creatividad. Yo aprendí de ver a mi hermano en La Estrella de jóvenes. Yo le ayudaba a él y al poco tiempo vestíamos a la Virgen de la Estrella a medias. De verlo a él, empecé aquí con la Virgen del Rosario sin haber vestido nunca ninguna Virgen. A los seis días, fui a Los Negritos.

Sus manos han logrado dotar a la Macarena de una impronta propia y un estilo único. ¿Cuáles son las claves del estilo Garduño?

A la Macarena se la ha cambiado por completo. Antes, como la Virgen tenía esa mancha en la mejilla –que es mentira de que sea de haberle tirado un vaso, sino que es producto de una restauración con óleo- se le tapaba hasta las cejas y para que no se le viera la mancha el tocado le tapaba media cara. Cuando vi la Virgen desnuda por primera vez y su categoría impresionante, fui descubriéndola poco a poco. El piquito que le hacía en la frente Pérez Calvo se lo subí arriba del todo y le dejé la mejilla y el cuello al aire. Así es como empecé. Aquello ya causó impacto, pero al poco tiempo se me ocurrió , antes de la coronación, sacarle el tocado por fuera del manto para que el pecho fuera más grande. Fue un boom, una cosa que sorprendió a todo el mundo al ver ese estilo tan nuevo y con las cascadas de encajes caídos. El estilo Garduño se ha convertido en el estilo macareno, imitado en montones de sitios.

Y todavía hoy, más de medio siglo después, ¿qué siente al subir al camarín?

Yo cada vez que vengo a vestir a la Macarena me tengo que tomar un tranquilizante, porque la quiero poner tan bien que me tiemblan las manos de verla tan cerca. Ten en cuenta que tengo su cara a 15 centímetros. Todavía cada vez que la visto tengo que tomarme un Orfidal para estar un poquito relajado.

La Macarena, no obstante su mérito, puede con todo lo que le echen…

Sí, está guapa con lo que sea, pero como la pongas malamente, no veas tú luego las lenguas diciendo por ahí “vaya tela cómo está la Macarena”… Si miras fotografías antiguas verás a la Virgen con una carita muy chiquitita, muy estrechita, muy poquita cosa… Su cara, impresionante, pero luego lo demás… Y ves ahora la Macarena y lleva una prestancia y un señorío que antiguamente no tenía.

Cuántas y cuántas personas habrán acudido a usted con un pañuelo para que se lo pase por la Virgen…

Nos lo pedían tanto que la camarera de la Virgen compraba unos pañuelitos económicos y yo se lo pasaba por la cara o las manos. Ahora, después de la restauración, y dado que siempre la tela puede arañar a la imagen, utilizo dos brochitas de tejo, una gordita y otra finita, para limpiarle el polvo, ya que aquí hay mucho tráfico. Con la finita le limpio la boca, porque tiene la boca abierta y se le ve la lengua y los dientes. Con mucho cuidadito, le meto la brochita por la boca y le voy limpiando los dientes, luego los ojos y alrededor de las lágrimas. Ya con la brocha mayor le limpio la cara, el cuello, las manos para evitar que se vaya acumulando el polvo a la Virgen. Todo con mucho cuidadito y con mucho respeto a la Madre de Dios.

¿Cuántas fotos conserva en casa de la Macarena vestida por usted?

Pues muchísimas, porque yo he sido fotógrafo treinta y tantos años. Yo tenía un estudio en la Magdalena, Gard Estudios, y yo era el que hacía las fotografías. Las fotos famosas de la mantilla, de la Virgen con la Giralda y la de la caja de mantecados, todas esas son mías.

¿Y alguna vez que al vestirla usted dijera, esto ya es insuperable?

Tengo muchos álbumes y la tengo de muchas formas. A mí me gustó mucho cuando se hizo el cartel de la Caja de Ahorros San Fernando, que estaba la Virgen preciosa. Y ahora mismo, tal como está vestida de Inmaculada, también me gusta mucho. De cerca se ve bien el trabajo que tiene ese tocado que tiene puesto. Cuando se viste de diario se hace la cosa más sencillita, y no es lo mismo que cuando es un besamanos o se sube al paso. Porque luego todo el mundo, viene a ver, a copiar y a decir si le gusta o no le gusta.

Durante todos estos años le habrá tocado vivir estampas insólitas al lado de la Virgen…

Pues sí, he vivido momentos muy emocionantes. Uno de los más impresionantes sucedió en 1965 cuando con motivo de las Misiones la Virgen fue al barrio del Polígono de San Pablo, a una nave de uralita. Para sacarla de aquí y que nadie la viera esperamos a las tres de la mañana. A la Virgen le quitamos el manto y le pusimos las manos cruzadas en el pecho. Entró una furgoneta de la casa Flex en el atrio y en la misma tendieron un colchón de matrimonio donde se acostó a la Virgen. A oscuras totalmente, el capiller, que era Fernando, y yo íbamos abrazados a la Virgen a uno y otro lado para que no se moviera y el prioste sujetándola por la parte de atrás. Los coches de los hermanos de la junta de gobierno venían detrás nuestra y lo único que veíamos era colarse la luz de los faros. Es una imagen que no se me olvidará en mi vida, porque parecía como en los tiempos en que se quemaban y asaltando iglesias.

Hay una hornada de jóvenes vestidores que están dando mucho que hablar. ¿Algún consejo desde su atalaya?

Hay muy buenos vestidores y muchos que no son tan buenos. Cuando me preguntan, lo único que les aconsejo es que no copien de las fotos antiguas, porque ahora la mayoría de los vestidores les ha dado por sacar fotos antiguas, y antiguamente algunas imágenes se vestían medio bien, pero otras no, porque eran tocados medio tirados. Se basan en esas fotos antiguas y las ponen de estilo monjil, como una monja tapada, con los collares en la garganta que eso es lo que hace es estropear la encarnadura de la Virgen. Se basan en eso: muchas tablitas en el tocado y el pecho, el cruzar los tocados como antiguamente, y a mí esos estilos no me gustan. Y así ves a una, y a otra y a otra… Sé que es muy difícil, pero yo lo que creo que hay que hacer es innovar y hacer cosas nuevas. Cada Virgen tiene que tener su propia personalidad y crearle algo nuevo. Hay unos cuantos buenos vestidores: a mí me gusta mucho Pepe Asián, un gran vestidor que ya es mayor también; Antonio Bejarano, un muchacho nuevo que está vistiendo muy bien; Grande de León; Paleteiro; José Manuel Lozano, mi ayudante; mi sobrino Luis Miguel Garduño, que me ayuda en La Estrella; y el muchacho que viste a La Trinidad, que no sé ni cómo se llama, que me gusta mucho cómo pone a la Virgen porque es que le da un aire estilo Garduño que le va estupendamente a la Virgen.

De Arco a puente. ¿Le gusta cómo se viste ahora a la Esperanza de Triana?

Es distinto, pero me gusta a cómo la ponían antes, que le ponían ese encaje levantado para arriba. A mí eso no me gustaba. Pero Javier, el muchacho éste que la está vistiendo ahora, me gusta mucho porque ha recuperado su estilo antiguo, que tenía su personalidad y es una cosa que está bien hecha.

¿Hay mucha envidia en este mundillo?

(En voz baja). Mucha. Algunos (entre risas) están deseando que me muera o que me retire para ver quién coge la Virgen.

Lo decidirá la junta de gobierno, lógicamente…

Ahora mismo, mi ayudante, José Manuel, seguirá mientras yo esté. Pero luego yo ya no mando nada. La hermandad, la verdad, está contentísima conmigo. Nunca hemos tenido ni un sí ni un no. Y todos los años que llevo y siempre totalmente gratis, porque yo no he cobrado ni una peseta. A mí me han tocado todos los hechos más importantes del siglo XX: la vestí en la coronación canónica (1964), cuando le impusieron la Medalla de la Ciudad (1971), en los 25 años de la coronación (1989), en los 400 años de la hermandad (1995) que se puso a la Virgen aquí bajo el Arco, en la beatificación de Madre María Purísima en el Olímpico (2010), y ahora será en la Plaza de España. Con la edad que tengo, y a pesar de que todavía puedo, ya me retiraré antes de que digan que soy muy viejo ya.

¿Ha pensado ya en ese día?

Que si he pensado… Me despierto muchas veces pensando en ese día. Me retiro en una efeméride muy importante y termino mi ciclo. Ahora, a ver si otro consigue algo igual.

¿Se retirará también como vestidor de la Estrella?

No, de la Estrella no. Aquí lo que pasa es que te cortas mucho por la responsabilidad que tienes y además es que viene mucha gente. Cuando estoy vistiendo a la Virgen de tocado, por ejemplo, vienen muchos invitados de otras hermandades, amigos de la junta de gobierno. Y el año pasado, por ejemplo, había 56 mujeres viéndote vestir el tocado, y eso pone nervioso a cualquiera. Luego, cuando sales a la iglesia, te encuentras la iglesia llena. Yo sé que el hermano mayor no puede evitar eso, porque la gente llega a la misa de ocho y media y como saben que se va a vestir, se quedan. Ahí está todo el mundo mirándote. Y yo, aunque lleve muchos años, la verdad soy tímido, paso vergüenza y me da mucho apuro. Ése es uno de los motivos por el que yo quiero dejar esto ya y, además, es mejor retirarse a tiempo y haciendo las cosas bien que te digan que se vaya ya esta persona que da pena cómo pone a la Virgen. En la Estrella es otra cosa, es una cosa más íntima. Aquí es que te cortas.

En toda su trayectoria, ¿ha vestido a la Macarena a su gusto alguna vez o siempre ha sido bajo indicación de los priostes?

No, no. Yo he vestido a la Macarena a mi gusto montones de veces. Y a mi gusto la visto yo, lo que pasa es que luego algunos priostes te dicen, pues mira yo quiero que me pongas a la Macarena muy estrechita, que el tocado me lo ponga cortito… Y a la Macarena, la verdad, el paso es muy ancho, muy grande, un paso portentoso que se come a cualquier imagen, y tú no puedes poner a la Macarena muy estrechita, con un pechito muy chico, sino que la Macarena tiene que ir diciendo “aquí va la Macarena, que es la Reina de Sevilla”, lo que pasa es que algunas veces me veo limitado…

¿A la Macarena no le va otra cosa que no sea el encaje?

Sí, sí, pero es que a mí no me gustan las tablas. Yo ya le he puesto el tocado, con el que salió hace dos años, que es un tul egipcio, que es de brillo como un lamé, pero muy suave. Va con tablitas, pero va muy fina. A mí eso de las tablas y ponerle el tocado aquí cuadrado tapándole el cuello no me gusta. Así no la visto nunca. Lo que hago son muchos estilos de tocado: le inventé una rosa en el centro del pecho, el tocado recogido haciéndole como una media luna… Los encajes es lo más difícil de poner, Las tablitas es cuestión de paciencia, pero es más difícil poner los tocados sueltos.

Parafraseando a Caro Romero, ¿con qué está más guapa la Esperanza Macarena?

La Esperanza Macarena está guapa con todo, sin nada, hasta cuando está totalmente desnuda y la peinan las Hermanas de la Cruz y le ponen su pelo suelto, con la melena hasta la cintura, y le hacen su moño gitano aquí abajo con su juego de horquillas de oro y de plata, y le ponen su redecilla y le echan brillantina al pelo . Es de una belleza impresionante. La Virgen es impresionante hasta desnuda. Mi manto predilecto, de todas formas, es el de tisú de oro, el que se acaba de restaurar. Y el que menos me gusta es el de malla. Ahora tiene otro color más bonito, pero antiguamente, como estaba desteñido, tenía una color que no me hacía mucha gracia. Aunque es un manto bueno, yo creo que la Macarena debe llevar lo mejor. En su época, ese manto fue un escándalo, es muy vistoso y a los macarenos les encanta, pero es más endeble y hoy en día hay muchos mantos mejores que ése. Sin embargo, mantos como el de tisú hay muy pocos. A mí el que me gusta es el verde manzana, como yo le digo.

¿Ya le da vueltas a cómo aparecerá vestida la Macarena en la Plaza de España?

No. Es una cosa que tengo que hablar con las camareras y escoger los tocados convenientes. Ten en cuenta que en esos días se vestirá por lo menos cuatro veces: tiene que salir de aquí e ir a la Catedral, luego estará tres días de besamanos, después hay tres días de culto y luego pasarla al paso para llevarla a la plaza de España. Habrá que ponerle tres o cuatro mantos, seguramente.

Por dos veces le intentaron nombrar prioste de la Esperanza pero sus obligaciones profesionales se lo impidieron en su día. ¿Se cambiaría usted ahora?

(Entre risas) Yo no me cambio ni por el prioste ni por el hermano mayor. Porque lo cerca que yo tengo a la Virgen, nadie.





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