Pasadas estas últimas fiestas, nos vamos acercando inexorablemente al momento de las saetas, y si la variedad de singularidades en nuestros pueblos en cuanto a la Semana Santa son muchas, muy diferentes y todas con profundas raíces, más los son las peculiaridades de cada uno de ellos, y a modo de ejemplo me gustaría señalar el siguiente.
La víspera del día de la Candelaria, 2 de Febrero, en Montemayor, cuando el día toca a su fin, se llena de luz a modo de candela la plazoleta de la Veracruz, una bonita fiesta para la que no existe edad, ni clase social, arde esta pira en las puertas de la Ermita.
Revisten el suelo las pavesas blancas y parece nevar en tan singular sitio, pero no es esto lo que quiero señalarles, no es lo maravilloso, lo verdaderamente mágico, es que en el interior de la Ermita, la imagen de María Santísima de la Soledad, que así procesiona el Jueves Santo, es despojada de su vestimenta y manto negro, cambiado por sus camareras a colores menos serios, como el azul o el blanco, quedando esa Reina entronizada bajo la advocación de María Santísima de la Candelaria.
Allí en su interior se procede a rezar el Santo Rosario, y cuando la hoguera toca a su fin, se produce el milagro, una saeta montada en un corazón, adornada con los versos más sabios del pueblo llano, se dispara desde una garganta con devoción, y serpenteando entre almas y corazones pasa entre los presentes, dejando un rastro de sentimientos, para quedar prendida en la saya de María Santísima de la Candelaria.
Es la primera saeta del año en la provincia de Córdoba, en el tributo que acostumbra el pueblo de Montemayor y que le rinden especialmente las madres que dieron a luz en el último año. Sucede esto el mismo día de la Candelaria, cuando esta bendita imagen es trasladada a la Parroquia de la Asunción, y de forma peculiar sobre sus andas adorno floral, una tarta y un pichón blanco.
Es espectacular como el pueblo la acompaña y rodea, es espectacular como entre vivas y otros gritos, no tan cofrades, tales como “el que no diga viva, que se le suelte la barriga”, llenos de popular cariño, llega la solemne Misa, terminada, todos los nacidos en el año, son pasados por el manto de la Virgen.
Regresa a su Ermita después de este acto, regresa, para ser de nuevo María Santísima de la Soledad, abrazada todo el camino de regreso por los vivas de las voces infantiles.
Ya no volverá a salir a la calle hasta el Jueves Santo, los saeteros locales no pararan de rezarle con sus saetas durante todo su recorrido, os recomiendo ver su paso por la calle Membrilla.
Estas saetas son autenticas, lanzadas desde la soledad y el anonimato, son una plegaria en flamenco, una oración que como han visto, en cualquier momento se puede dirigir a María Santísima de la Soledad o de la Candelaria.
Así rezan en nuestros pueblos, ahora es tiempo de saetas.
Antonio Alcántara Zafra
Recordatorio El Viejo Costal