A los cofrades, me incluyo, es cierto que muchas veces nos pueden las prisas. Acaba de llegar el año nuevo y la Navidad comienza a expirar y ya estamos deseando que llegue Semana Santa. Jesús tiene sólo unos días de vida y parece que ya queremos crucificarle. No terminamos la caja de polvorones y queremos empezar con las torrijas…
Hace unos años, mi juventud e inexperiencia me impulsó a decir: “La vida es una semana”. Hoy día, esa experiencia de la que carecía me ha ido enseñado que esa semana es sólo la punta del iceberg, la dulce guinda del pastel. Es bueno tener horizontes, objetivos, pero también es importante el camino que recorremos hasta llegar a ellos. Si sólo vivimos para la Semana Santa, nos perdemos tantas cosas… Pudiendo disfrutar de todo, ¿para qué apresurarse? Corremos el riesgo de que nuestra pasión nos ciegue y nos haga precipitarnos, sin llegar a disfrutar el momento. Carpe diem, dice la locución latina, y a veces queremos vivir solamente los siete días mágicos del año: la Semana de Pasión, pasando de puntillas por todo lo demás.
Suelo definir la cuaresma como la más bonita de las esperas, pero cada vez me convenzo más de que esta espera se extiende mucho más allá de la cuaresma, concretamente empieza el día siguiente del Domingo de Resurrección, para terminar el Sábado de Pasión. Cada época del año tiene su encanto para los cofrades, es indiscutible que la Semana Santa es simplemente mágica e inigualable (aunque algunos se empeñen en querer que sea Semana Santa durante todo el año, pero ese es otro tema), pero debemos aprender a disfrutar cada momento.
Los que estamos dentro de las Hermandades, sabemos que no se para durante ninguna época del año, siempre hay cosas que hacer. Resulta tentador pensar que lo que hacen las Cofradías durante todo el año no tendría sentido sin la Semana Santa, pero yo le empiezo a dar la vuelta al calcetín, comienzo a pensar que la Semana Santa, para las Hermandades, tampoco tendría sentido sin el trabajo de los 364 días restantes…
Suelo definir la cuaresma como la más bonita de las esperas, pero cada vez me convenzo más de que esta espera se extiende mucho más allá de la cuaresma, concretamente empieza el día siguiente del Domingo de Resurrección, para terminar el Sábado de Pasión. Cada época del año tiene su encanto para los cofrades, es indiscutible que la Semana Santa es simplemente mágica e inigualable (aunque algunos se empeñen en querer que sea Semana Santa durante todo el año, pero ese es otro tema), pero debemos aprender a disfrutar cada momento.
Los que estamos dentro de las Hermandades, sabemos que no se para durante ninguna época del año, siempre hay cosas que hacer. Resulta tentador pensar que lo que hacen las Cofradías durante todo el año no tendría sentido sin la Semana Santa, pero yo le empiezo a dar la vuelta al calcetín, comienzo a pensar que la Semana Santa, para las Hermandades, tampoco tendría sentido sin el trabajo de los 364 días restantes…
Por ello, mi deseo para el año nuevo es saborear cada vez más la espera, Jesús acaba de nacer en nosotros, dejémosle que, a la par que lo hace él, haga florecer a nuestro corazón. Ya llegará el momento en el que deba morir para salvarnos. Cada instante que vivimos no vuelve a pasar, por ello les invito a hacer realidad la conocida expresión Carpe Diem. Disfruten del momento. Siempre de frente… Pero sin correr.
Recordatorio Verde Esperanza