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viernes, 28 de febrero de 2014

Verde Esperanza: El Anonimato, Ese Arma de Doble Filo


Hoy escribo sobre el anonimato en el mundo de la Semana Santa. Abordaré el tema desde dos vertientes, de ahí viene lo del arma de doble filo: el anonimato bien entendido y el mal entendido. Comenzaré hablando de este último, puesto que prefiero extenderme más en el primero.

Entiendo esta vertiente como negativa cuando un individuo o grupo de individuos se escudan en el anonimato para verter críticas totalmente destructivas hacia algún aspecto de la Semana Santa. Para ello, las redes sociales (no sólo ellas) brindan un altavoz ideal. Es muy fácil despotricar desde una cuenta de Twitter anónima, desde un foro… Desde detrás de la pantalla, en definitiva. Pero lo que es más fácil aún es criticar por criticar, sin ninguna argumentación fundamentada y sin aportar ninguna solución. Una postura propia de ignorantes, ergo vuelvo a mi discurso de siempre: formación católica y cofrade.

Y luego está el cofrade anónimo, que es algo bien distinto. Cuando pienso en el anonimato bien entendido vienen a mi mente gran cantidad de personas de mi Hermandad. Trabajadores, pero siempre realizando una labor callada, ese es el aspecto que mejor caracteriza a los cofrades anónimos. “Por eso, cuando des limosna, no toques trompetas delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres. En verdad os digo que ya han recibido su recompensa. Pero tú, cuando des limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha, para que tu limosna sea en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará” (Mt 6:2-4). Y es que muchos cofrades llevamos una trompeta para anunciar todo lo que hacemos, no me refiero sólo a temas de limosna. Tampoco entraré a particularizar en casos pero seguro que a todos se nos vienen a la mente bastantes ejemplos, ¿a que sí? 

Pues eso, el afán de protagonismo no tiene lugar en la Semana Santa por una sencilla razón, nosotros no somos en ningún caso protagonistas. Simplemente somos herramientas del Señor para llevar la Buena Noticia al pueblo. Yo, alrededor de mi Hermandad (y alrededor mía), quiero cofrades desconocidos, que trabajen de verdad por sus titulares, que se dejen la piel por la Cofradía y estén siempre dispuestos a arrimar el hombro. No que salgan simplemente a figurar en la foto o aquello tan manido del “postureo”. ¿Para qué? La respuesta es fácil, se busca en la Semana Santa un contexto en el que aparentar lo que no se es, para así pretender utilizar esa máscara en el resto de la sociedad y poder decir aquello de: “yo soy cofrade”. Y digo yo… ¿qué eres a tus propios ojos y, más importante, a los de Dios? No sirve de nada tener esa careta a ojos de los demás, cuando tanto para Dios como para uno mismo la verdad sólo es una, y es inmutable e indisimulable. 

Porque… ¿para qué hacer ruido? Si para llegar a Dios, sólo es necesario que nuestra oración y nuestra obra sea callada.

José Barea




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