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martes, 11 de marzo de 2014

Nisán: VII El Prendimiento



Los que estaban con Él, viendo lo que iba a suceder, le preguntaron: "Señor, ¿usamos la espada?" Y uno de ellos hirió al servidor del Sumo Sacerdote, cortándole la oreja derecha. Pero Jesús dijo: "Vuelve tu espada a su sitio, porque todos los que empuñen espada, a espada perecerán. ¿O piensas que no puedo yo rogar a mi Padre, que pondría al punto a mi disposición más de doce legiones de ángeles?. Pero, ¿cómo se cumplirían las Escrituras si yo hiciera eso?". Y tocándole la oreja, lo curó.

Después dijo a los sumos sacerdotes, a los jefes de la guardia del Templo y a los ancianos que habían venido a arrestarlo: "¿Soy acaso un bandido para que vengáis con espadas y palos? Todos los días me sentaba en el Templo para enseñar, y no me detuvisteis. Pero todo esto ha sucedido para que se cumplan las Escrituras de los profetas". Entonces todos los discípulos le abandonaron y huyeron. Mateo 26, 50-56

Intentan maniatarte con la soga del silencio y la censura amarrando tus manos, creyendo en su ingente ignorancia que podrán detenerte y segar tu mensaje, desconociendo que tu voz es poderosa y florecerá tu semilla en la más inerte roca, para perdurar a lo largo de los siglos y alumbrar a generaciones enteras.

Prendido por el odio humano,
víctima de la intolerancia...
Jesucristo maniatado
por rencores e ignorancia.

Capturado fue el sueño
en que el amor sea dueño
del timón de nuestra barquilla,
y soporte la ira del viento
que a la humanidad castiga.

No fue el Imperio Romano
ni el Sanedrín el candado
que te encerró tras la reja,
sino el eterno pecado
que gobierna en esta tierra.

Guillermo Rodríguez






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