“En Escalaceli se instauró el primer viacrucis del mundo, después del que recorrió en Jerusalem el Redentor Divino. Y ahí están, para demostrarlo, sus capillas derruidas, por toda aquella zona de la Sierra diseminadas. Era un viacrucis en germen nada más. Pero de un germen, a veces bien pequeño, como el granito de mostaza, suelen salir las cosas grandes.
Lo esencial es la idea. Y la idea es ir marcando a nuestro alcance lugares que nos recuerden aquellos otros regados con la sangre del Divino Redentor en su Pasión. Y esta idea fue San Alvaro el primero que, a su vuelta de la Tierra Santa, la llevó a la práctica; y el primero que con sus rodillas ensangrentadas –porque de rodillas hacía ciertos trayectos- las recorría devotísimamente todas las noches. Poco importa que sean muchas o pocas las estaciones. Porque ir añadiendo luego alguna más es bien fácil; y hasta podríamos decir que se han ido añadiendo demasiadas, sin fundamento serio algunas ni en la Tradición ni en el Evangelio. Pero la idea ahí está, repetimos. Y esa institución del viacrucis en Escalaceli quedó creada por el enamorado de la Pasión de Cristo, San Álvaro de Córdoba”.
Fray Albino Menéndez, O.P.
Obispo de Córdoba
La Hermandad del Santísimo Cristo y San Alvaro de Córdoba erigida en el Santuario de Scala Coeli celebra hoy el tradicional Vía Crucis que, como cada año, se celebra el Viernes de Dolores a las 21.00 horas por los alrededores del Santuario, rememorando el primer Vía Crucis fuera de Jerusalén, practicado en este paraje por primera vez por el beato Alvaro de Córdoba (popularmente San Alvaro) en 1425.
En Scala Coeli se construyó el primer Vía Crucis de Europa. Fray Álvaro, hombre de su siglo, era devotísimo de la pasión del Señor. Impulsado por ese fervor pasionario peregrinó a Tierra Santa. Al empezar la reforma comprendió que era necesario orientarla por un cauce de austeridad y ascetismo. Si eligió la sierra de Córdoba para fundar fue porque la topografía presentaba una gran semejanza con la de Jerusalén. Desde el convento —Jerusalén cordobesa— hasta un montecico situado al sur y que dista tanto como el lugar de la crucifixión de la Ciudad Santa, edificó una serie de estaciones que terminaban en el "Calvario", donde puso tres cruces. Fray Álvaro y sus religiosos meditaban los sufrimientos del Redentor por esa Vía dolorosa recordadora. Los biógrafos y el proceso del culto inmemorial del Beato relatan escenas impresionantes de esta plástica devoción pasionaria del fundador de Scala Coeli.
El sentido realista del hombre meridional, sensibilizador de los temas espirituales, explica el porqué del gran éxito de esta reconstrucción pasionaria que hacía en cierta manera asequible para todos la "peregrinatio spiritualis" a Jerusalén en aquella época enardecida de sueños de cruzadas, cuando la peregrinación real era punto menos que imposible. Los demás Vía crucis conocidos en Europa son todos posteriores al de Scala Coeli, como el del Monte Varallo, el de Romans-sur Isere, el de Fribourg, el de Lovaina, el de Adam Krafft en Nuremberg, etc. Además, si la primacía cronológica de los Vía crucis le corresponde a España, también es suya la primacía de intensidad; es decir, en ninguna parte arraigó tan profundamente como en España esa devoción.
En cuanto a la estructura hay que confesar que ha sufrido una notable evolución y que la obra del holandés cristiano Adricomio —fines del siglo XVI— sobre el modo de practicar esa devoción, y los Ejercicios espirituales, del P. A. Daza, O. F. M., que fue el que dio el número de las 14 estaciones (1625), han ejercido un influjo definitivo. La devoción del Vía crucis, nacida como flor natural en el ambiente medieval de fervor por la meditación y el rescate de los Santos Lugares, plasmada por el Beato Álvaro en Scala Coeli, alcanzó su forma última con San Leonardo de Porto Maurizio, el santo que construyó en Italia nada menos que 572 Vía crucis, adoptando la forma española de las 14 estaciones. De España le venía también su fervor por este apostolado, como él declara: "Habiendo sabido, por religiosos españoles que me informaron, que en España se erigían los Vía crucis con gran provecho para las almas, se me encendió el espíritu de un ardiente deseo de procurar un tan gran bien para Italia".
El Beato Álvaro de Córdoba O.P. (Zamora, 1360 - Córdoba, 19 de febrero de 1430) es conocido en los bularios romanos como fr. Alvarus Zamorensis (Álvaro Zamorano) y en Córdoba como San Álvaro.
Ingresó en la Orden de Predicadores en 1368. Fue confesor de la reina Catalina de Lancaster y del futuro Juan II de Castilla. En una peregrinación a Tierra Santa realizada en 1419 quedó impactado por el doloroso Camino del Calvario, recorrido por Jesucristo, y fundó en las afueras de Córdoba el famoso y observante Convento de Scala Coeli donde había varios oratorios que reproducían la “vía dolorosa”, por él venerada en Jerusalén. Esta sagrada representación fue imitada en otros conventos, dando origen a la devoción a la "via dolorosa" o Via Crucis en España que después fueron imitadas por toda la cristiandad. Ardiente predicador y elocuente teólogo, fue nombrado por el Papa Martín V superior de los conventos reformados de España de la Orden de Predicadores.
Su sepulcro se encuentra en el Santuario de Santo Domingo de Escalaceli (o Scala Coeli), situado a unos 10 kilómetros de Córdoba, accediéndose a él por la carretera de Santo Domingo. Su culto fue autorizado por Benedicto XIV el 22 de septiembre de 1741. Las cofradías de Córdoba tienen al Beato Álvaro como Patrono.
Recordatorio Intenso Viernes de Dolores en la Córdoba Cofrade