"Siempre he dicho que los
pregones no pueden ser autobiográficos, sino que tienen que servir para exaltar
a la Virgen"
La tarde del miércoles recuerda más a julio que a mayo en cuanto al reinado del sol se refiere. La fachada del patio de la calle Pastora parece encontrar en sus plantas la promesa de un respiro en mitad del camino. Rafael Barón nos espera dentro. En dos días, pregonará la Romería del Rocío de Córdoba , justo en los días en que la ciudad refulge.
En su patio, el dorador y restaurador cordobés, nos cuenta cómo recibió la noticia, detalles del pregón y su experiencia frente a la Señora de Almonte.
Pregunta (P): Para quienes no lo conocen ¿Cómo se
define?
Respuesta (R): Creo que habrá pocas personas que no me
conozcan entre mis vertientes como dorador y restaurador, responsable de la
secretaría de la Asociación de patios y belenista… Además como cofrade. Soy
hermano de la Merced y del Carmen. Una persona comprometida con la Iglesia. Y
rociero desde hace muchísimos años, ésta será la vigesimocuarta Romería a la
que asista.
(P): ¿Cómo recibiste la noticia de que ibas a ser
pregonero del Rocío?
(R): La verdad es que fue una llamada inesperada. De
mi hermandad, por ejemplo, si esperaba que me nombraran pregonero porque ya me
lo habían dicho. Pero del Rocío nunca lo había pensado porque, aunque soy una
persona abierta, me da apuro defraudar. Pienso que los pregones te los encargan
para que hables bien de lo que tratan y hay veces que no puedes hacerlo porque
no tienes la misma opinión. Me da reparo que se queden cosas en el tintero que
hubieran querido que dijera.
Una alegría porque para mí el Rocío es muy especial.
Una sorpresa total para mí y mi entorno.
(P): ¿Qué tipo de pregón vamos a escuchar?
(R): (Ríe). Va a ser de sentimientos y un pregón a la
Virgen. Por desgracia no he hecho nunca el camino, luego no puedo hablar del
camino, exceptuando algunos puntos que he acompañado a la hermandad en cortos
tramos. No puedo hablar de él en primera persona. En segunda sí porque algunos
amigos lo han hecho. Pero siempre he dicho que los pregones no pueden ser
autobiográficos, sino que tienen que servir para exaltar a la Virgen, al Señor,
la Romería, las Fiestas, los Patios… lo que sea. Tiene que ser sobre eso, no
sobre tu experiencia sobre eso. Aunque lógicamente siempre se te distraen
algunas anécdotas y momentos. Huyo mucho del pregón autocomplaciente.
Quiero que sea ágil, a la Virgen del Rocío. No va a
ser histórico ni de nombres. Va a ser a la Virgen y, por ende, a la Romería
que, en este caso, sale desde Córdoba. Hay más de cien hermandades rocieras,
así que podría haber muchos pregones del Rocío y todos diferentes.
(P): Eres más de camino o de aldea.
(R): Mi fin último es agarrarme a la reja, siempre. No
por la procesión, que me encanta, el momento de arrodillarse en la escalinata y
agarrarse a la reja para mí es lo más grande. Quizá, algún año haga el camino y
vea que es una maravilla, pero soy más de reja.
(P): Si tuvieras que definir el Rocío en una palabra…
(R): El Rocío
es la Virgen. No hay otra cosa. Todo lo que la rodea es anécdota. Creo que lo
explico muy bien en el pregón.
(P): Cuando el viernes termines de declamar el pregón,
qué esperas que la gente capte de él.
(R): Lo que espero es que quienes no hayan ido nunca
tengan muchísimas ganas de ir a ver a la Virgen. Y los que están acostumbrados
que cambien –algunos- su forma de llegar. Ella tiene muchos caminos y todos son
buenos, pero hay algunos que no son los mejores, los más correctos. Creo que
hay élites y, en el Rocío, nadie es más que nadie; somos todos hermanos.
Todo es válido siempre que se tenga presente a la
Virgen. Va a incentivar al que no haya ido nunca a conocer lo que he vivido y
puede que haya gente a la que le ayude a cambiar su visión. Esa es mi
intención.
(P): Hace unos años, en una entrevista Luis Hernández
hablaba, nos decía que el Rocío había cambiado mucho ¿Tienes esa opinión?
(R): El Rocío ha cambiado en lo externo. Son
multitudes las que visitan la Aldea, muchas para buscar cosas que no están allí
y que podrían encontrar en cualquier sitio (una fiesta, una bebida, una
comida). Pero internamente siempre ha sido igual. Es caminar para ver a la
Señora para pedirle, alabarla y agradecerle las cosas que han pasado durante
todo un año.
Es cierto que, estética y físicamente, la Aldea se ha
hecho más grande, la televisión ha desvirtuado la visión del Rocío. Sin
embargo, en 24 años que llevo yendo lo sigo viviendo igual. Aunque si es cierto
que hay mucha más gente. Recuerdo los primeros años siempre entrar en la ermita
para ver el salto de la reja y hoy en día es casi imposible. Nos ha cambiado
algo, pero en lo básico que es disfrutar de la Señora no he notado ninguna
diferencia.
(P): Tú mejor recuerdo…
(R): Haber cogido a la Virgen un año en un traslado,
no en la Romería. Nunca he intentado acercarme, no ya por duro, sino, en
algunos momentos, fuerte. No sabes como vas a reaccionar… Ella cuando quiere se
acerca.
Un año en un traslado me acerqué tanto que Ella se me
posó en lo alto y la acompañé un rato. Y, cuando un almonteño me dijo “venga,
que le toca a otro”, me retiré. Fue un momento muy, muy bonito. Y otro cuando
mi niña voló por esa marea humana hasta que se posó sobre el manto de la
Virgen. Fue especial.
(P): Algo que cambiarías.
(R): Pienso que el Rocío es un milagro. Tantas miles
de personas y que, básicamente, no pase nada grave… Es el milagro más grande de
la Virgen. Y esa unión de gentes que vienen de distintas clases sociales,
estamentos, oficios, culturas… y se hacen amigos allí, conviven y disfrutan.
Eso no lo cambiaría nunca. No hay nada como para que lo quiera cambiar.
(P): Un sueño.
(R): Hacer el camino. Y, además, con mi tierra. He
tenido la oportunidad de hacer el camino con Almonte, que es un día nada más, y
me han ofrecido hacerlo con distintas hermandades, pero nunca he querido. Creo
que mi primera experiencia de camino debería ser con la hermandad de mi tierra,
aunque sea duro y muy largo. El año que las circunstancias me lo permitan lo
haré con mi tierra. Y ese es mi sueño rociero.