Cuántas veces hemos tenido la sensación de que parece que todos los problemas vienen juntos. Uno no está lo suficientemente decaído como para que le vengan más preocupaciones, provocando un sentimiento de lo más desalentador.
No somos capaces de ver más allá de nuestra miseria, la pesadumbre nos come por dentro, en una especie de retroalimentación horrible, y es que mi madre siempre dice que “lo negativo atrae a lo negativo”, pero en ese momento todo es indiferente. Te acuestas pensando que mañana será un día mejor, pero te levantas y ves que nada ha cambiado.
Pero en ese momento culmen de angustia, cuando parece que nuestro problema ya no tiene solución, cuando en tu cabeza ya te haces a la idea de que vas a tener que convivir lidiando con la desdicha, de repente aparece Ella, como una fuerza divina y potente que te levanta aunque sea por un momento para dilucidar una salida, ESPERANZA.
No hay palabra, desde mi punto de vista, que albergue una emoción tan maravillosa. Es asombroso como es capaz de devolver a la vida el alma del más pesaroso de los hombres. Aparece en ese instante y te devuelve la fuerza para seguir luchando, te da motivos para seguir creyendo, y una vez que está a tu lado jamás se va. Puede que en algunas ocasiones parezca que no está, pero no es así, sigue a tu lado, quizás escondida para ver cuán valiente eres, pero nunca te abandona.
Una vez leí la siguiente cita: “No renuncies a la esperanza todavía. Es lo último que se pierde. Cuando has perdido la esperanza lo has perdido todo. Y cuando crees que todo está perdido, cuando todo se ve gris y sombrío, siempre hay esperanza.” ¡No me digan que no es fantástico!
Y como no podía ser de otra forma, tan bella palabra merecía dar nombre a Nuestra Madre. En este artículo voy a obviar advocaciones o hermandades. La que importa es Ella. En este fin de semana que viene, tan especial para la Esperanza, no quería dejar pasar la oportunidad de poder expresar lo que para mí significan estas geniales nueve letras, una emoción hecha palabra o incluso color.
Estela García Núñez
Recordatorio La Saeta sube al Cielo