La
carcajada retumbó en las paredes del despacho y, de no haber sido por la
avanzada hora nocturna, habría proseguido más allá del exabrupto inicial. Uno
de los colaboradores de Gente de Paz –GdP en adelante- me acababa de contar que
otro de nosotros había tenido una conversación telefónica con una persona que
suele tratar (he intentado poner periodista, pero luego pensé: no, mejor no) de
Cofradías de nuestra ciudad en la prensa escrita. Al parecer este señor quería
conocer quién era el autor de uno de nuestros artículos que, todo apunta, no
había sido de su gusto o agrado y descolgó su teléfono para averiguarlo. Cuando
el interlocutor de GdP le contestó que no podía decírselo al no conocer
personalmente al firmante de la sección, el señor que escribe en prensa escrita
se enfadó y replicó: ¿Ah, sí? ¡Pues dile
de mi parte que es un payaso! La cosa no quedó ahí y el hombre en cuestión,
indignadísimo, extendió el pretendido descalificativo a todos los colaboradores
de GdP. Bueno, a todos puede que no… Supongo que a los fotógrafos no les toca.
Pienso que los destinatarios de su ira son los componentes del equipo de
noticias y los de las secciones de opinión aunque, claro, habría que
preguntarle a él, que para algo es quien está enojado. La conversación subió de
tono y finalmente el “caballero” de pluma afilada y lengua suelta remató
llamándonos –a quienes corresponda- bolivarianos (¿¿??).
Como no
alcancé a entender a cuento de qué venía el calificativo de bolivariano, opté
por consultar el diccionario de la Real Academia Española, según el cual:
bolivariano,
na.
1. adj. Perteneciente o relativo a Simón Bolívar,
militar venezolano, o a su historia, su política, etc.
Consecuentemente
podemos deducir que, al no haber entre los componentes de GdP nadie con
vinculación alguna con Simón Bolívar o con su historia, política, etc., la
calificación de bolivarianos carece de todo sentido y solamente es explicable…
esto… no, la verdad es que por más vueltas que le doy no es explicable. Creo
que tendría la misma lógica que decirle a un caracol que se abroche los
cordones de los zapatos.
Vamos
con el otro término empleado por nuestro “amigo” para intentar ofendernos:
payasos.
1. adj. Dicho de una persona: De poca seriedad, propensa a hacer reír con sus dichos o hechos.
Entiendo
que el ánimo del ofensor consiste en emplear la primera de las anteriores
acepciones. Es decir, él piensa que en GdP somos poco serios y se ve que
propensos a hacer reír con nuestros textos. Bien, no deja de ser una opinión
tan respetable como cualquier otra. Si a usted, señor, lo que se cuenta en GdP
no le interesa, le parece falto de rigor e incluso le despierta cierta
hilaridad, lo tiene fácil: con no leernos tiene usted más que suficiente. Cosa
que, a todas luces, no ha dejado de hacer a día de hoy. Me permitirá, no
obstante, que no esté de acuerdo con usted cuando nos tacha de payasos. Y no lo
estoy porque, para empezar, creo que el número de visitas diarias de GdP, aún
en fechas bien distantes de Estaciones de Penitencia y procesiones de Gloria,
sobrepasa notablemente las 3.000. Quienes se mueven en este mundillo saben que
alcanzar estas cifras no es precisamente ni fácil de conseguir ni motivo
irrisorio. Escribir a diario de Cofradías puede parecer, para quien aborda
inicialmente la tarea, un trabajo grato pero también difícil en cuanto a la
limitación de los temas y a la presumible falta de noticias. Pues bien, desde
GdP, en algo más de año y medio de funcionamiento, se ha sido capaz de negar la
mayor: aquí hay personas que, sin percibir contraprestación alguna más allá de
la satisfacción de tener un espacio en el que expresar LIBRES nuestras ideas,
han demostrado que se puede hablar del mundo cofrade 365 días al año. Y todo
ello intentando hacer algo completamente diferente a como se ha tratado la
temática cofrade en otros medios: aportando una visión crítica sin insultar a
nadie, sin omitir noticias importantes de Cofradías porque la Hermandad de
turno no nos caiga en gracia (mírese usted esto atentamente, “caballero”, que
usted sí es muy propenso a ello) y ofreciendo nuestro espacio para la réplica y
para la generación, por consiguiente, de un debate
abierto. Creo que pocas veces hemos intentado hacer reír exceptuando, por
supuesto, una noticia falsa que subimos con motivo del día de los inocentes el
pasado 28 de diciembre (y que, si la leen ahora, podrán hasta asustarse de ver
cómo la barbaridad que contábamos no ha estado tan lejos de la realidad, dicho
sea sin pretender dárnoslas de profetas) lo que no dejó de ser una broma
blanca.
“Caballero”, voy terminando ya. Entiendo la
frustración que da origen a sus descalificaciones. Debe ser terrible sentirse
superado por todas partes: aluvión de visitas diarias, cientos de comentarios
en las redes sociales a las distintas secciones, tantas noticias que hemos
publicado con muchísima antelación al resto, una crítica fresca que pretende
mejorar el funcionamiento y dar la máxima proyección posible a nuestras
Hermandades… Y lo más doloroso para usted: ¡en un medio llevado por personas
que no son profesionales de la comunicación! ¿Para qué le voy a engañar? Yo de
usted también estaría tremendamente dolido.
Marcos Fernán Caballero
Pd: El artículo de ayer de Pachi Giraldo me ha
hecho caer en la cuenta de que la publicación de este Candelabro de Cola
coincide con las elecciones que ponen punto y final al mandato de Manuel Quirós
en la Paz y Esperanza. ¡Dios mío! ¡Es cierto que los males nunca vienen solos!
¿A qué Hermano Mayor entrevistará usted ahora cada vez que tenga que hablar de
algo relacionado con Hermandades?
Fuente Fotográfica
Fuente Fotográfica
Recordatorio Candelabro de Cola