Corría el año 1939. Sevilla vivía los coletazos finales de una guerra civil, que pese a que hacía tres años que la batalla había acabado, la ciudad no había olvidado. El nuevo régimen que se instauraba y un cardenal Segura recién llegado iniciaban un camino en el que convertirían la ciudad marxista en ciudad mariana en apenas unas décadas. En ese ambiente pseudomilitar y con un incipiente nacionalcatolicismo tres jóvenes soñaron en el parque de María Luisa con una cofradía pasando bajo aquella densa arboleda.
Esa cofradía de sus sueños tenía que tener un titular que evocara la victoria. Hacía poco que el general Franco había celebrado, en el actual Paseo de la Palmera, un desfile militar en el que cientos de personas celebraron la victoria de un bando tras la cruenta guerra. La Virgen de los Reyes y el Gran Poder abandonaron sus camarines para salir a la calle a celebrarlo. Y si la Victoria tenía que estar presente, también tenía que estarlo la paz. Porque el logro de la primera era la consecución de la segunda. O como más tarde adaptaría la propia hermandad que en esos días nacía: «el fruto de la Victoria de Cristo, es la Paz».
Con estas, estos jóvenes, que prestaban servicio en el que fuera pabellón de telefónica se pusieron manos a la obra. Buscarían primero un barrio, que sería el Porvenir. Más tarde buscarían esas imágenes que sin existir, ya tenían nombre.
El boceto original de la Virgen de la Paz
Paralelamente, en esa ciudad de la postguerra Antonio Illanes trabajaba en su taller. Lo tenía en la calle Santiago. Allí pasaba las horas y hacía su trabajo, que le sirvió para recibir, nada más y nada menos que la Orden Civil de manos de Alfonso XIII por la labor que realizó para la Exposición Iberoamericana de 1929. Un día, la inspiración le vino de una mujer: una musa que sirvió de modelo para tallar una imagen de la Virgen. Esa musa fue Isabel Salcedo, la que sería su mujer. Aquella imagen de la Virgen no tardó en propiciar la admiración de muchos, y varias hermandades no tardarían en mostrar a Illanes la intención de convertirla en la titular de sus respectivas corporaciones.
Fue el Ateneo el que organizó una exposición de escultores. Allí Illanes expuso la imagen de la Virgen en la que había convertido el rostro de su mujer. Y allí fueron a parar los militares que soñaban con una cofradía por el parque.
Una hermandad de Alcalá de Guadaira ya había quedado prendada de la imagen. Y con dinero de por medio ya acordaron un trato con Illanes. Pero los jóvenes del parque, animados por la ilusión de crear una nueva cofradía convencieron al escultor, de manera que en la primavera del 39 la imagen, la Virgen de Illanes, llegaría al barrio del Porvenir para quedarse.
Antonio Illanes sería también el encargado de realizar la talla de Jesús de la Victoria. Y el misterio que le acompañaría. La joven hermandad nacida de aquellos tres jóvenes da sus primeros pasos y no tarda en cumplirse el sueño: ver a sus titulares haciendo estación de penitencia bajo la arboleda del parque de María Luisa.
La imagen de la Virgen de la Paz es bendecida en la parroquia de San Sebastián el día 24 de julio de 1939. Setenta y cinco años se cumplen hoy de aquella histórica fecha para la hermandad, para el barrio del porvenir y para la Sevilla cofrade. En aquel momento empezaba la historia que hoy aunque parezca lejana no ha hecho más que empezar: aquel germen de cofradía que surgió en 1939 se ha convertido hoy en todo un referente en la Semana Santa. Poco a poco la cofradía ha ido creciendo y consolidándose, tanto en su barrio como en la concepción de su día procesional: el Domingo de Ramos. Es, actualmente una de las hermandades que más nazarenos pone en las calles.
Las restauraciones de la dolorosa
En 1960 el escultor onubense Sebastián Santos realiza una restauración en la que implanta una nueva policromía. Ésta modificó los rasgos de la imagen. Santos modificó el arqueamiento de las cejas, provocando que la dolorosa quedara menos sufriente que como la que concibió Illanes. Éste, mostró su descontento a su colega porque había modificado el aspecto que presentaba la dolorosa.
Más traumática sería la de 1979. En cuaresma, con el altar de quinario montado, un incendio dañaría gravemente el rostro de la Virgen de la Paz. Fue el profesor Arquillo el que restauraría la talla y la devolvería a su estado natural tras el accidente que a punto estuvo que acabar con la imagen de la dolorosa. Cuentan las crónicas que fue el propio párroco de San Sebastián el que apagó el fuego que había prendido las ropas de la Virgen. El sacerdote lanzó agua con el primer recipiente que encontró y que logró apagar las llamas que una de las velas del quinario había provocado. La última restauración la realiza Juan Manuel Miñarro en el año 2002
El próximo mes de septiembre la hermandad inaugurará un azulejo en el barrio que recordará los 75 años que lleva en él la corporación. El día 13, la Virgen de la Paz protagonizará una procesión extraordinaria por las calles del Porvenir. Previamente la hermandad celebrará con la dolorosa en su paso de palio una misa estacional en la Plaza de América, lugar muy cercano a donde tres jóvenes soñaron la cofradía. Ahora, los más de 5000 hermanos que forman la hermandad del porvenir sueñan con otra cosa; ver coronada canónicamente a la Virgen de la Paz.