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viernes, 25 de julio de 2014

Verde Esperanza: El Decreto de Cádiz, lo de Asenjo…



Les confieso que en el artículo de hoy no tengo una opinión 100% clara y concisa sobre el tema. Por ello me voy a limitar a exponer una serie de pensamientos personales y que pueden estar a favor o en contra de los hechos, y les dejo a ustedes que se formen su propio juicio de valor. Se va a tratar sobre una misma cuestión, la de la aportación de las Hermandades a la caridad, disgregada en dos actuaciones concretas de la Iglesia. Una en Sevilla, con las palabras del arzobispo Juan José Asenjo señalando que pocas Hermandades aportan al seminario y al fondo de solidaridad diocesano. Otra en Cádiz, con el Decreto sobre la restricción para las nuevas adquisiciones por parte de las Hermandades y Cofradías.

Entendiendo que son dos temas que difieren, tanto en contenido como en lugar de procedencia, he considerado oportuno abordarlos a la vez. Ambos son las dos caras de la misma moneda. La cuestión fundamental en medio de ambas medidas: la gestión del presupuesto por parte de las Hermandades y Cofradías. De una parte, se cuestiona por qué pocas Hermandades (sevillanas) no colaboran con el fondo diocesano, y de otra por qué se realizan grandes dispendios económicos con respecto a las nuevas adquisiciones de las Hermandades.

En primer lugar, está fuera de toda duda que estamos en una época en la que existen circunstancias muy especiales, y situaciones agónicas de necesidades sociales y humanas. Las Hermandades no pueden ser ajenas a eso. Yo, que pertenezco a una de ellas, soy consciente de los esfuerzos y todo el trabajo que se lleva a cabo en el seno de una Cofradía para ayudar a los más necesitados. Pero también, y sería hipocresía negarlo, veo cómo existen corporaciones que, sin el más mínimo reparo, se meten en proyectos faraónicos cuyas cifras resultan mareantes. He visto cómo Hermandades con un paso de misterio muy bueno, de repente presentan un proyecto espectacular y cuyo coste alcanza o supera las seis cifras. Eso es un error, de verdad.

Yo he sido el primero en defender que hay que apoyar a los artesanos cofrades desde las Hermandades, puesto que estamos creando puestos de trabajo. En Gente de Paz pueden encontrar un artículo con mi firma que defiende eso. Pero también pienso que hay veces que las cifras se escapan de las manos. Creo que a día de hoy muchas Hermandades realizan proyectos que no son del todo necesarios.

Cuando tuve conocimiento de ambas decisiones, mi primera reacción de asombro, de oponerme a ellas e incluso de resignación. Pero hay algo que me molesta muchísimo y que ha sucedido de forma muy parecida en los dos casos. Y es que tanto en el caso sevillano como en el gaditano la reacción de las Hermandades ha sido de rebeldía en el mal sentido de la palabra. En Sevilla comenzaron a cristalizar cifras que las Hermandades filtraban y que venían a justificar que sí aportaban una parte de sus ingresos a labores de caridad. Aquello parecía una competición (no sé si sana) de a ver quién aportaba más a caridad. Me gustaría en este punto contarles que las tres veces que he estado en Sevilla he pasado por la “tienda” de algunas Hermandades, y mi reflexión ha sido la misma. Siempre estaban llenas, y yo pensaba, ¿cuánto generarán en una hora? ¿Y en un día? ¿Y en un mes? Y… ¿cuánto irá destinado a labores sociales? Por cierto, urge que haya transparencia total en las cuentas de las Cofradías sevillanas, hay una opacidad que resulta extraña y que, posiblemente, evitaría este tipo de problemas. En Cádiz la reacción de los artesanos ha sido inmediata: rechazo total hacia el Decreto. Es entendible, si me pongo en su pellejo supongo que la reacción sería similar. Pero también desde las Hermandades se ha mostrado este rechazo de forma más o menos directa al saber que se corta el grifo. Hay una opinión que me ha llamado la atención y que casualmente viene de Sevilla. Un individuo que daba las gracias por no tener a figuras como el delegado de Hermandades y Cofradías gaditano en su archidiócesis implantando medidas demagógicas. ¿Qué sabrá él sobre lo que ocurre en Cádiz? Estará acostumbrado a ver cómo en su ciudad se acometen proyectos en los que de un año a otro se cambia un paso de misterio bueno por otro nuevo, se talla y al año siguiente aparece completamente dorado.


En ese momento es cuando mi pensamiento da un giro. Los cofrades vivimos bajo el techo de nuestra madre Iglesia. Una madre que tiene como siervos a una serie de personas, llámense sacerdotes, obispos, arzobispos, delegados de HH. y CC… Y a la cual debemos respetar. Y no podemos estar tirándole piedras constantemente contra nuestro tejado. Como comentaba anteriormente, estas figuras son personas, que pueden tomar decisiones más o menos acertadas, pero no es de recibo el aluvión de críticas e insultos que reciben desde la propia Iglesia, de la que los cofrades formamos parte. Y es que yo me planteo: ¿verdaderamente el arzobispo de Sevilla se levanta un buen día y “le da” por decir que las Hermandades no aportan al fondo diocesano? ¿Lo hace por echarse a las Hermandades encima a propósito o porque de verdad es necesario que aporten teniendo en cuenta la ingente cantidad de ingresos que estas reciben? A continuación recojo un gráfico que aparece en http://www.elcabildo.org/noticias/malaga/item/2399-el-pastel-cofrade-y-sus-porciones.html y que recoge las subvenciones que reciben las Hermandades sevillanas  del reparto de los ingresos de las sillas en carrera oficial. Para concretar un poco esto de las cifras que mueven las Hermandades de Sevilla, y a estas habría que sumarle el dinero de donaciones, de tiendas, papeletas de sitio…


            ¿Verdaderamente el delegado de Hermandades y Cofradías de Cádiz se levanta un buen día y de repente decide que lo mejor es limitar el presupuesto máximo de nuevas adquisiciones de Hermandades a 32.000€? ¿O es que estamos en una de las provincias más castigadas por la crisis con el índice de paro más alto de toda España y se requieren medidas tan extraordinarias como la situación que padecemos? Para que venga a opinar uno de Sevilla que la medida es demagógica.

            Lo que sí creo que sería necesario es que en ambos casos se explicara totalmente el por qué de las palabras de Asenjo y el por qué del Decreto gaditano. Pero de puertas para adentro, eso no sería sano hacerlo público. Sin miedo, sin tapujos. Explicando que el ritmo de gastos que tienen las Hermandades en aspectos no relacionados con la caridad no es lícito, y que ésta ha de recibir una especial atención en las circunstancias actuales.

            Pero también he de comentar aspectos que fortalecen otra línea de pensamiento. Con respecto al asunto de las palabras del arzobispo sevillano, quiero pensar que las Hermandades destinan un porcentaje muy significativo a labores de caridad. Tenga la Iglesia constancia de ellas o no. No sé si ese porcentaje es alto o es insuficiente, pero estoy seguro de que todas colaboran en mayor o menor medida. Y que podrían esforzarse más, lo intuyo.

            La cuestión del Decreto de la Diócesis de Cádiz y Ceuta creo que es muy compleja. De entrada digo que las Hermandades me temo que seguirán haciendo los mismos gastos. Buscarán las rendijas “legales” para poder llevar a cabo sus proyectos sin incumplir este Decreto. Pero también me preocupa la situación de los artesanos que verdaderamente necesiten proyectos de una cuantía económica superior a los 32.000 que indica el Decreto. Una cifra que, siendo sincero, se me antoja insuficiente para acometer la realización de un paso nuevo en caso de que el antiguo se encuentre en malas condiciones y sea necesario el cambio. Reconociendo mi ignorancia sobre por qué se ha elegido esa cifra, creo que, por ejemplo, los tallistas, van a tener grandes problemas para acometer proyectos en Cádiz. Pero en el Decreto viene señalado que puede haber excepciones por circunstancias extraordinarias, quiero pensar que en casos de necesidad se permitirá la realización de algunos proyectos. Los que sean necesarios de verdad, y no para presumir y ser más que las otras Cofradías.

            Seguro que no les he aclarado mucho sobre este tema. De lo que sí estoy seguro es de que es necesario un examen profundo de conciencia en las Hermandades con respecto a la cuestión económica y a la de la caridad. Primero hay que determinar qué proyecto es verdaderamente necesario acometer contando con las circunstancias económicas y sociales que estamos sufriendo, y teniendo en todo momento presente que nuestro primer fin como cofrades es ser reflejo de Jesucristo, es decir, preocuparse por los desfavorecidos y atender sus necesidades. Pero no por ello desatender a ese gremio que tanto ha dado a nuestras Hermandades, el gremio de los talleres de artesanía. Creo que ambas cosas pueden y han de ser compatibles. Lo exige la sociedad en la que vivimos.

José Barea











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