Les confieso que en el artículo de hoy no tengo una opinión 100% clara y
concisa sobre el tema. Por ello me voy a limitar a exponer una serie de
pensamientos personales y que pueden estar a favor o en contra de los hechos, y
les dejo a ustedes que se formen su propio juicio de valor. Se va a tratar
sobre una misma cuestión, la de la aportación de las Hermandades a la caridad,
disgregada en dos actuaciones concretas de la Iglesia. Una en Sevilla, con las
palabras del arzobispo Juan José Asenjo señalando que pocas Hermandades aportan
al seminario y al fondo de solidaridad diocesano. Otra en Cádiz, con el Decreto
sobre la restricción para las nuevas adquisiciones por parte de las Hermandades
y Cofradías.
Entendiendo que son dos temas que difieren, tanto en contenido como en
lugar de procedencia, he considerado oportuno abordarlos a la vez. Ambos son
las dos caras de la misma moneda. La cuestión fundamental en medio de ambas
medidas: la gestión del presupuesto por parte de las Hermandades y Cofradías.
De una parte, se cuestiona por qué pocas Hermandades (sevillanas) no colaboran
con el fondo diocesano, y de otra por qué se realizan grandes dispendios
económicos con respecto a las nuevas adquisiciones de las Hermandades.
En primer lugar, está fuera de toda duda que estamos en una época en la
que existen circunstancias muy especiales, y situaciones agónicas de
necesidades sociales y humanas. Las Hermandades no pueden ser ajenas a eso. Yo,
que pertenezco a una de ellas, soy consciente de los esfuerzos y todo el
trabajo que se lleva a cabo en el seno de una Cofradía para ayudar a los más
necesitados. Pero también, y sería hipocresía negarlo, veo cómo existen
corporaciones que, sin el más mínimo reparo, se meten en proyectos faraónicos
cuyas cifras resultan mareantes. He visto cómo Hermandades con un paso de
misterio muy bueno, de repente presentan un proyecto espectacular y cuyo coste
alcanza o supera las seis cifras. Eso es un error, de verdad.
Yo he sido el primero en defender que hay que apoyar a los artesanos
cofrades desde las Hermandades, puesto que estamos creando puestos de trabajo. En
Gente de Paz pueden encontrar un artículo con mi firma que defiende eso. Pero
también pienso que hay veces que las cifras se escapan de las manos. Creo que a
día de hoy muchas Hermandades realizan proyectos que no son del todo
necesarios.
Cuando tuve conocimiento de ambas decisiones, mi primera reacción de
asombro, de oponerme a ellas e incluso de resignación. Pero hay algo que me
molesta muchísimo y que ha sucedido de forma muy parecida en los dos casos. Y
es que tanto en el caso sevillano como en el gaditano la reacción de las
Hermandades ha sido de rebeldía en el mal sentido de la palabra. En Sevilla
comenzaron a cristalizar cifras que las Hermandades filtraban y que venían a
justificar que sí aportaban una parte de sus ingresos a labores de caridad.
Aquello parecía una competición (no sé si sana) de a ver quién aportaba más a
caridad. Me gustaría en este punto contarles que las tres veces que he estado
en Sevilla he pasado por la “tienda” de algunas Hermandades, y mi reflexión ha
sido la misma. Siempre estaban llenas, y yo pensaba, ¿cuánto generarán en una
hora? ¿Y en un día? ¿Y en un mes? Y… ¿cuánto irá destinado a labores sociales? Por
cierto, urge que haya transparencia total en las cuentas de las Cofradías
sevillanas, hay una opacidad que resulta extraña y que, posiblemente, evitaría
este tipo de problemas. En Cádiz la reacción de los artesanos ha sido inmediata:
rechazo total hacia el Decreto. Es entendible, si me pongo en su pellejo
supongo que la reacción sería similar. Pero también desde las Hermandades se ha
mostrado este rechazo de forma más o menos directa al saber que se corta el
grifo. Hay una opinión que me ha llamado la atención y que casualmente viene de
Sevilla. Un individuo que daba las gracias por no tener a figuras como el
delegado de Hermandades y Cofradías gaditano en su archidiócesis implantando
medidas demagógicas. ¿Qué sabrá él sobre lo que ocurre en Cádiz? Estará
acostumbrado a ver cómo en su ciudad se acometen proyectos en los que de un año
a otro se cambia un paso de misterio bueno por otro nuevo, se talla y al año
siguiente aparece completamente dorado.
En ese momento es cuando mi pensamiento da un giro. Los cofrades vivimos
bajo el techo de nuestra madre Iglesia. Una madre que tiene como siervos a una
serie de personas, llámense sacerdotes, obispos, arzobispos, delegados de HH. y
CC… Y a la cual debemos respetar. Y no podemos estar tirándole piedras
constantemente contra nuestro tejado. Como comentaba anteriormente, estas
figuras son personas, que pueden tomar decisiones más o menos acertadas, pero
no es de recibo el aluvión de críticas e insultos que reciben desde la propia
Iglesia, de la que los cofrades formamos parte. Y es que yo me planteo:
¿verdaderamente el arzobispo de Sevilla se levanta un buen día y “le da” por
decir que las Hermandades no aportan al fondo diocesano? ¿Lo hace por echarse a
las Hermandades encima a propósito o porque de verdad es necesario que aporten
teniendo en cuenta la ingente cantidad de ingresos que estas reciben? A
continuación recojo un gráfico que aparece en http://www.elcabildo.org/noticias/malaga/item/2399-el-pastel-cofrade-y-sus-porciones.html
y que recoge las subvenciones que reciben las Hermandades sevillanas del reparto de los ingresos de las sillas en
carrera oficial. Para concretar un poco esto de las cifras que mueven las Hermandades
de Sevilla, y a estas habría que sumarle el dinero de donaciones, de tiendas,
papeletas de sitio…
¿Verdaderamente el delegado de
Hermandades y Cofradías de Cádiz se levanta un buen día y de repente decide que
lo mejor es limitar el presupuesto máximo de nuevas adquisiciones de
Hermandades a 32.000€? ¿O es que estamos en una de las provincias más
castigadas por la crisis con el índice de paro más alto de toda España y se
requieren medidas tan extraordinarias como la situación que padecemos? Para que
venga a opinar uno de Sevilla que la medida es demagógica.
Lo que sí creo que sería necesario
es que en ambos casos se explicara totalmente el por qué de las palabras de
Asenjo y el por qué del Decreto gaditano. Pero de puertas para adentro, eso no
sería sano hacerlo público. Sin miedo, sin tapujos. Explicando que el ritmo de
gastos que tienen las Hermandades en aspectos no relacionados con la caridad no
es lícito, y que ésta ha de recibir una especial atención en las circunstancias
actuales.
Pero también he de comentar aspectos
que fortalecen otra línea de pensamiento. Con respecto al asunto de las
palabras del arzobispo sevillano, quiero pensar que las Hermandades destinan un
porcentaje muy significativo a labores de caridad. Tenga la Iglesia constancia
de ellas o no. No sé si ese porcentaje es alto o es insuficiente, pero estoy
seguro de que todas colaboran en mayor o menor medida. Y que podrían esforzarse
más, lo intuyo.
La cuestión del Decreto de la
Diócesis de Cádiz y Ceuta creo que es muy compleja. De entrada digo que las
Hermandades me temo que seguirán haciendo los mismos gastos. Buscarán las
rendijas “legales” para poder llevar a cabo sus proyectos sin incumplir este Decreto.
Pero también me preocupa la situación de los artesanos que verdaderamente
necesiten proyectos de una cuantía económica superior a los 32.000 que indica
el Decreto. Una cifra que, siendo sincero, se me antoja insuficiente para
acometer la realización de un paso nuevo en caso de que el antiguo se encuentre
en malas condiciones y sea necesario el cambio. Reconociendo mi ignorancia
sobre por qué se ha elegido esa cifra, creo que, por ejemplo, los tallistas,
van a tener grandes problemas para acometer proyectos en Cádiz. Pero en el Decreto
viene señalado que puede haber excepciones por circunstancias extraordinarias,
quiero pensar que en casos de necesidad se permitirá la realización de algunos
proyectos. Los que sean necesarios de verdad, y no para presumir y ser más que
las otras Cofradías.
Seguro que no les he aclarado mucho
sobre este tema. De lo que sí estoy seguro es de que es necesario un examen
profundo de conciencia en las Hermandades con respecto a la cuestión económica
y a la de la caridad. Primero hay que determinar qué proyecto es verdaderamente
necesario acometer contando con las circunstancias económicas y sociales que
estamos sufriendo, y teniendo en todo momento presente que nuestro primer fin
como cofrades es ser reflejo de Jesucristo, es decir, preocuparse por los
desfavorecidos y atender sus necesidades. Pero no por ello desatender a ese
gremio que tanto ha dado a nuestras Hermandades, el gremio de los talleres de
artesanía. Creo que ambas cosas pueden y han de ser compatibles. Lo exige la
sociedad en la que vivimos.
José Barea
Recordatorio Verde Esperanza: ¿Vienes a servir o a servirte?