Determinar al mejor siempre es tarea peligrosa. Por claro que pueda parecer para la mayoría, siempre es adentrarse en un terreno pantanoso, arriesgado. Si bien, parece claro que, si en la actualidad, preguntásemos al cofrade de a pie una mayoría se decantaría por "Curro" (Luis Miguel Carrión Huertas).
No obstante, concentrar en una sola persona tal distinción sería demasiado reduccionista, a tenor de la cantidad y calidad de capataces que Córdoba ha visto nacer. Un amplio elenco que abarca nombres y apellidos tan ilustres como Gálvez, Torronteras, Romero, Lorenzo de Juan... Si bien, en una lista (personal y particular) que recogiera al mejor o los tres mejores -como en este caso-, cada uno debe elegir.
Y esta elección pasa por tres nombres y tres épocas que han marcado el devenir del mundo del martillo durante prácticamente un siglo. Como resulta evidente, no se pueden comparar entre sí estos tres nombres que, en diferentes etapas y contexto histórico, propiciaron el realce de las labores de carga, convirtiéndolas en un oficio, en una forma de entender la vida.
Rafael Sáez Gallegos
Por ello, el primero de los nombres que salen a esta personal palestra, no es otro que el de Rafael Sáez Gallegos. Su personalidad cercana, amable y una prudencia exquisita, tal vez, han propiciado que su nombre no haya resaltado en la medida que merecía.
Con una profunda vinculación familiar al mundo de las labores de carga, Sáez Gallegos permanece siempre junto a su padre, pasando a formar parte de su cuadrilla desde poco tiempo después de ser nombrado éste capataz del Descendimiento en 1939 y siendo nombrado segundo capataz por primera vez, en 1945, del Santísimo Cristo del Descendimiento, al ser su padre nombrado capataz del Santísimo Cristo de la Buena Muerte en su estreno por las calles de Córdoba, y debiendo éste alternar entre ambas hermandades; Descendimiento (por entonces con salida procesional en la tarde del Jueves Santo) y Buena Muerte (con su salida en la Madrugá). Desde entonces, Rafael Sáez Gallegos, junto a su padre y hermanos Manuel y Antonio, se hicieron cargo a lo largo de más de 40 años de los pasos de las hermandades del Borriquita, Amor, Penas de Santiago, Huerto, Rescatado, Sentencia, Prendimiento, Calvario, Misericordia, Caridad, Buena Muerte, Descendimiento y Sepulcro, habiendo igualmente participado en la creación de las cuadrillas de hermanos costaleros del Santísimo Cristo de Gracia y Buen Suceso, acompañando a sus respectivos capataces durante varios años.
Fuera de Semana Santa, Rafael Sáez sacó, junto a su padre, hermanos y demás familiares, los pasos de la Virgen de la Cabeza (desde la Compañía), María Auxiliadora, San Juan Bosco, Virgen del Socorro, Sagrado Corazón de Jesús, San Rafael (en la salida frustrada de 1975) y la Custodia de Arfe de la Santa Iglesia Catedral de Córdoba, honor que le fue entregado a Antonio Sáez Pozuelo en 1948 y que heredó Rafael Sáez a la muerte de aquél a partir de 1975.
Don Rafael se erige pues como una figura fundamental y de obligada referencia durante la mitad del siglo XX. Además, tuvo el honor y mérito de ser el capataz titular de la Custodia hasta su fallecimiento hace apenas dos años. Un nombre para tener siempre como referencia. Uno de los mejores de la historia.
Rafael Muñoz Serrano
Hablar de Rafael Muñoz Serrano es nombrar, como muchos lo denominaron, al "Capataz de Capataces". Con un carisma sumamente atrayente, el "Niño" Muñoz contó en su larga lista de haberes la creación de la primera cuadrilla de hermanos costaleros. Fue en la cofradía de la Expiración en 1975, tras la creación -tan solo dos años antes- de la primera cuadrilla de hermanos costaleros en Sevilla. Y su instauración produjo un cambio sustancial en la forma de entender el mundo de las trabajaderas en Córdoba.
Muñoz Serrano había tomado el testigo de Gálvez Galocha en la Hermandad de la Paz, en virtud de una forma y estilo influenciado por Sevilla. Rafael no solo iba a absorber dichos conceptos, sino que iba a potenciarlos y a crear un modo personal de llevarlos a cabo.
Estuvo al frente del paso del Señor del Santo Sepulcro, del palio de la Virgen de los Desamparados, el de la Virgen de la Concepción y el de Nuestra Señora de las Angustias, entre muchos otros. También dirigió cuadrillas en Puente Genil.
Sin duda, una de las características de esta época del mundo del llamador que marcó Rafael Muñoz fue la instauración del estilo hispalense de entender el andar de los costaleros, amén de instaurar una época de bonanza bajo las trabajaderas.
Luis Miguel Carrión Huertas
La figura de Curro ha marcado la época contemporánea, dentro del "mundo de abajo". Su particular carisma ha propiciado, durante las dos últimas décadas, la formación de unas cuadrillas de costaleros ingentes tanto a nivel cuantitativo como cualitativo. Toda vez que la dimensión mediática del capataz ha encontrado en él a una de las figuras con más repercusión dentro de la Semana Santa cordobesa.
Ha sido y aun es en muchos de los pasos, el máximo responsable de las cuadrillas de Candelaria, Amarrado, Amparo, Gracia y Amparo, Sangre, Reina de los Ángeles, Perdón, Rocío y Lágrimas, Amor, Cristo de Gracia, Santo Sepulcro o Desconsuelo. Además de ejercer como capataz en Cañete de las Torres o de realizar labores de costalero.
Es capataz titular de las cofradías del Perdón y Santo Sepulcro, en esta última cuenta con algo más de dos décadas al frente del paso del Señor de la Compañía. Toda vez que en 2014 cumplía 25 años al frente de la Candelaría. Dilatada experiencia que también comparte en la Hermandad del Cristo de Gracia.
Influenciado decisivamente por la figura de Manuel Santiago Gil, su trayectoria se define bajo el parámetro del continuo aprendizaje y la evolución en la técnica a la hora de mandar los pasos. A ello, se une una capacidad innata para aglutinar cuadrillas en las que no solo destaca la cantidad de costaleros que arrastra, sino la capacidad técnica de los mismos para ejercer su oficio.
Tres nombres que han marcado incuestionablemente sus respectivas épocas para hacer del universo de los capataces y costaleros su oficio, su devoción y una forma particular de entender la vida.
Blas Jesús Muñoz
Recordatorio Los mejores capataces de Córdoba