¡Qué corta es la eternidad sintiendo en mis mejillas el vaivén de tu túnica, Calvario!.
Jesús... Pareciera que tu Pasión no fuera terrenal y todo se consumase, en un suspiro de tu Reino. Luceros que brotaron de tu divina mirada, lucero que con su estela de luz impregnaba tu real sangre, iluminando la dulzura de tu rostro. Lucero de vida, que perfuma de Santidad, en tierra de muerte. Esparce tu impronta aroma de amor, Nazareno. Hijo del hombre, que predicas la libertad, dibujando peces en la tierra, predicando entre olivos y caminando sobre la mar.
José Antonio Guzmán Pérez
Recordatorio Calvario de Iris: Paz y Esperanza