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domingo, 14 de septiembre de 2014

Candelabro de Cola: "En defensa de los Grupos Jóvenes"


         Me propuse no tratar el tema debido al aluvión de noticias que la salida en procesión de Nuestra Señora de la Fuensanta Coronada generó antes, durante y después de la celebración en sí, las cuales me llevaron al más profundo hastío. No obstante, la noche del pasado lunes 8, jornada posterior a la absurdamente polémica salida procesional de la copatrona de la ciudad, me animé a leer la crónica que de la misma realizó el periodista Francisco Mellado para Diario Córdoba (La Virgen de la Fuensanta deja la Catedral entre una gran multitud). Como toda –o casi toda- noticia cofrade que aparece en el periódico local, la misma contaba en su versión digital con la inevitable retahíla de comentarios antirreligiosos, anticlericales, anticofrades, etc, etc… Ustedes ya saben: gente que piensa que los creyentes y, por extensión, el mundo capillita se compone exclusivamente de hombres y mujeres de derecha y ultraderecha. Personas, en definitiva, que no pretenden más que herir a los católicos y que el personal entre al trapo de la provocación olvidando que, por supuesto, en esta vida no ofende quien quiere, sino quien puede. La verdad es que estas opiniones, por supuesto respetables, no pasan de despertar en mí una risa contagiosa como la que me provocaba Jarek el butanero, el personaje de José Mota que contaba chistes ininteligibles de los que solo él se reía –porque solo él comprendía- apostillados siempre con la frase “yo parto pecho”. Pues igual me ocurre a mí: “yo parto pecho” cuando los leo.


El hecho es que, en esta ocasión, los comentarios fueron más allá del ataque contra aquellos a los que estas personas señalan una y otra vez como herederos directos del nacionalcatolicismo (clero, Obispo, fieles en general y/o alcalde y ediles del Partido Popular) imperante en el país durante la dictadura franquista. Dictadura que, a todas luces, estas personas son quienes más añoran, pues si no es difícil explicarse cómo alguien que lleva la friolera de 39 años enterrado (el mismo periodo temporal que abarcó su gobierno en todo el país) está constantemente en boca de tantos… Contemplo por tanto solo dos posibles explicaciones: el padecimiento de un masoquismo patológico o bien la nostalgia por la felicidad perdida (ya saben: contra Franco vivíamos mejor). Pero esta vez sus críticas tuvieron por objeto a los miembros de los grupos jóvenes de nuestras Cofradías, a los cuales tacharon de “pijos” acusándoles de ir de tasca en tasca durante el traslado a la Catedral de la Virgen de la Fuensanta bebiendo cerveza. Así de partida me pregunto qué hace gente a la que estas cosas ni les van ni les vienen acudiendo a la procesión y siguiéndola… Porque es evidente que tuvieron que seguir la comitiva procesional. ¿Cómo si no iban pues a saber que los chavales iban de bar en bar?) Curiosa conducta. A mí no me gusta la feria y, consecuentemente, con no ir tengo más que suficiente. No necesito fustigarme acudiendo a un evento que no me atrae en absoluto. No entiendo, por tanto, qué hacen tantos detractores de las Cofradías viendo procesiones. A este ritmo cualquier día van a pasar ustedes a darnos lecciones de lo que es hacer penitencia a los cofrades. ¡Qué divertida paradoja! En segundo lugar, calificar a los componentes de los grupos jóvenes de “niños pijos” por ir a una procesión con chaqueta y corbata me resulta muy osado. Un traje hoy día está al alcance de la mayoría de las personas… no estamos en los años 30 ni 40 del pasado siglo XX, cuando los caballeros tenían que acudir a un sastre a hacérselo a medida y a costa de unos precios casi exclusivos para gente pudiente. Y para finalizar, con respecto a las supuestas paradas de estos jóvenes cofrades en las tabernas, primeramente me gustaría apreciar que a las horas en las que tuvo lugar el traslado –entre las 9 y las 11.30 horas de la mañana- me sorprende muchísimo que algunos tengan “cuerpo” para tomarse una cerveza. No obstante, si alguno de ellos consideró razonable tomársela, desde mi punto de vista, lo hizo en el sitio idóneo: en un bar. No formando parte del cortejo. Por tal motivo no hallo pecado alguno en ellos.

No me cabe duda de que los cofrades tenemos muchos aspectos criticables,  enjuiciables y totalmente censurables. Pero los grupos jóvenes, conformados por chavales de distintas clases, de diversos barrios y de familias de todas las ideologías, conforman quizá el elemento más puro y noble de todo este mundillo. En muchas ocasiones los grupos jóvenes desarrollan una labor asistencial admirable y digna de todo elogio (demasiadas veces constituyen de hecho la única expresión de obra social de sus propias Hermandades), como lo hacen con las recogidas de alimentos para los más desfavorecidos o con las campañas de compra de material escolar para chavales sin recursos. Otro ejemplo lo constituye la publicación de la revista Retablos de Pasión,  de próximo lanzamiento, con cuyos beneficios los jóvenes cofrades que la están impulsando colaborarán con la labor de Cáritas. Por todo lo expuesto, ante las descalificaciones que los jóvenes cofrades han recibido, a los mismos recomiendo consideren la cita de nuestro gran filósofo Lucio Anneo Séneca:

Buen juicio y mucha plática pocas veces se conjuntan.

Por último, a todos aquellos que censuran la labor de la juventud cofrade y, por extensión, del mundo de las Cofradías, les ruego encarecidamente que conozcan en profundidad aquello de lo que sistemáticamente despotrican antes de verter sus críticas tan manidas como desfasadas. Ya lo dijo Cervantes en El Quijote: “el que viaja mucho y lee mucho, ve mucho y anda mucho”. Si no es así, tendrán que aplicarse la frase del genial Ludwig Wittgenstein:

De lo que no se puede hablar hay que callar.

Marcos Fernán Caballero










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