Hoy día 4 de octubre, a las 20:00 horas, Ciudad Jardín verá procesionar una Imagen por las calles del barrio. Será la Imagen de Nuestra Señora del Rosario del Carmen que se venera en la parroquia de Santa Teresa de Ávila, sita en la calle Previsión. Procesionará por el V Centenario del Nacimiento de Santa Teresa de Jesús, e irá acompañada por la banda de Nuestro Padre Jesús Rescatado.
El 28 de marzo de 2015 se cumplirán 500 años del nacimiento de Santa Teresa de Jesús, motivo por el cual el Papa Francisco ha concedido la gracia de Año Jubilar Teresiano para todas las diócesis de España, desde el día 15 de octubre de 2014 hasta el 15 de octubre de 2015.
El 28 de marzo de 2015 se cumplirán 500 años del nacimiento de Santa Teresa de Jesús, motivo por el cual el Papa Francisco ha concedido la gracia de Año Jubilar Teresiano para todas las diócesis de España, desde el día 15 de octubre de 2014 hasta el 15 de octubre de 2015.
Raquel Medina
De esta manera, se conceden las indulgencias propias del jubileo de los santos: Indulgencia Plenaria a los fieles verdaderamente arrepentidos, con las condiciones acostumbradas (confesión sacramental, comunión eucarística y oración por las intenciones del Papa). Más adelante se comunicará cuáles serán los templos y santuarios jubilares donde los fieles puedan conseguir la citada Indulgencia.
Asimismo, el Santo Padre ha concedido al Presidente de la Conferencia Episcopal y al Obispo de Ávila la gracia de impartir durante el Año Jubilar la Bendición Papal, con la consiguiente Indulgencia Plenaria, a todos los fieles cristianos presentes en las celebraciones que se determinen, y que, verdaderamente arrepentidos y movidos por la caridad, hayan asistido a los Ritos Sagrados y cumplan con las condiciones anteriormente citadas.
La lectura del Decreto, firmado por el Cardenal Mauro Piacenza, Penitenciario Mayor de la Santa Sede, y en el que concede el Año Jubilar, tuvo lugar al finalizar la Eucaristía que, con motivo del IV Centenario de la Beatificación de Santa Teresa, se celebró ayer por la tarde en la Catedral de Ávila.
Durante la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal, de noviembre de 2011, el Cardenal Rouco Varela, en ese momento Presidente de la CEE, remitió un escrito al Papa en el que, además de solicitar el mencionado Año Jubilar – como ya había hecho también el obispo de Ávila -, recordaba la vida de Santa Teresa de Jesús y la intención de celebrar solemnemente su centenario en toda España.
Una mujer excepcional
Teresa de Jesús, es sin duda la gloria más preclara de la ciudad de Ávila, en la que nació, pronto van a cumplirse quinientos años, el 28 de Marzo de 1515, miércoles para más señas y a las cinco de la mañana como anotó su padre D. Alonso Sánchez de Cepeda, hijo de Juan Sánchez, un judío toledano converso y buen comerciante, que se traslada a vivir a Ávila donde se casa su hijo, primero con Doña Catalina del Peso y luego fallecida ella, en segundas nupcias con Doña Beatriz de Ahumada. Matrimonio cristiano, ejemplar y virtuoso del que nacieron ocho hermanos a Teresa, que sumados a los tres del primer matrimonio cuadran la cifra que la propia santa nos da el decir que “éramos tres hermanas y nueve hermanos”, resultando ser Teresa, según propia confesión, que así se sentía, la más querida de su padre y hermanos.
Y nada digamos de su madre que encontró en la hija su mejor amiga y confidente, compartiendo con ella sus devociones y gustos, como el de la lectura. Primero de las vidas de los santos, que propician el deseo de Teresa de irse a tierra de moros, buscando el martirio por parecerle que los mártires comprobaban muy barato el ir a gozar de Dios. Y luego de los libros de caballerías, donde también aprenderá el galanteo, que no tardará en practicar con sus primos al entrar en su adolescencia.
A la que llega tras pasar la dura prueba de la orfandad, con la muerte prematura de Doña Beatriz, a sus 33 años, cuando Teresa apenas había cumplido los 13.
Llevada por su padre a las Agustinas de Gracia, para cortar más de raíz la relación citada con los primos, empezará a sentir la llamada a la vida religiosa. Vocación que madura con sus lecturas y reflexiones que le impulsan a huir de casa ante la negativa de su padre, a darle su consentimiento, ingresando en 1535 en el convento Carmelitano de la Encarnación, mientras los hermanos varones se marchan a la América recién descubierta, en busca de gloria y hacienda.
Y en su convento vivirá feliz 27 años, siendo siempre, eso sí, el centro de la atención y el afecto de familia, monjas y seglares, y dándose ardorosamente a la virtud, tras su conversión en 1554.
Alcanzada su madurez humana y espiritual, a sus 47 años, buscando el seguir con mayor perfección el llamamiento que el Señor le había hecho y ayudar a la Iglesia con su oración y encerramiento, funda en 1562 el convento de San José en Ávila, al que luego seguirán otros catorce, recorriendo los caminos de Castilla y Andalucía, interviniendo también directamente en la fundación de los primeros conventos de descalzos, como Duruelo y Pastrana que se deben a su iniciativa.
Por si no fuera bastante, en los escasos tiempos que le deja su quehacer de fundadora, escribe sus libros, cumpliendo con la obediencia que le imponen sus confesores, y un sin fin de cartas con las que gestiona la vida, los problemas, las inquietudes de los conventos, de los frailes y monjas, de los amigos que forman su familia y su entorno.
Finalizada la fundación de Burgos en 1582, morirá en Alba de Tormes, el 4 de Octubre de ese mismo año, maltrecho el cuerpo pero entero el espíritu, cuando iba camino de Ávila, donde estaban sus raíces y le esperaban sus monjas de San José de donde era priora. Porque Ávila fue su cuna y allí cada piedra evoca hoy su memoria porque nadie ha honrado como Teresa su nombre y su historia. Y de hecho, va tan unido a su existencia que con razón también, aunque nacida Teresa de Cepeda y Ahumada se le llama Teresa de Ávila.
Asimismo, el Santo Padre ha concedido al Presidente de la Conferencia Episcopal y al Obispo de Ávila la gracia de impartir durante el Año Jubilar la Bendición Papal, con la consiguiente Indulgencia Plenaria, a todos los fieles cristianos presentes en las celebraciones que se determinen, y que, verdaderamente arrepentidos y movidos por la caridad, hayan asistido a los Ritos Sagrados y cumplan con las condiciones anteriormente citadas.
La lectura del Decreto, firmado por el Cardenal Mauro Piacenza, Penitenciario Mayor de la Santa Sede, y en el que concede el Año Jubilar, tuvo lugar al finalizar la Eucaristía que, con motivo del IV Centenario de la Beatificación de Santa Teresa, se celebró ayer por la tarde en la Catedral de Ávila.
Durante la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal, de noviembre de 2011, el Cardenal Rouco Varela, en ese momento Presidente de la CEE, remitió un escrito al Papa en el que, además de solicitar el mencionado Año Jubilar – como ya había hecho también el obispo de Ávila -, recordaba la vida de Santa Teresa de Jesús y la intención de celebrar solemnemente su centenario en toda España.
Una mujer excepcional
Teresa de Jesús, es sin duda la gloria más preclara de la ciudad de Ávila, en la que nació, pronto van a cumplirse quinientos años, el 28 de Marzo de 1515, miércoles para más señas y a las cinco de la mañana como anotó su padre D. Alonso Sánchez de Cepeda, hijo de Juan Sánchez, un judío toledano converso y buen comerciante, que se traslada a vivir a Ávila donde se casa su hijo, primero con Doña Catalina del Peso y luego fallecida ella, en segundas nupcias con Doña Beatriz de Ahumada. Matrimonio cristiano, ejemplar y virtuoso del que nacieron ocho hermanos a Teresa, que sumados a los tres del primer matrimonio cuadran la cifra que la propia santa nos da el decir que “éramos tres hermanas y nueve hermanos”, resultando ser Teresa, según propia confesión, que así se sentía, la más querida de su padre y hermanos.
Y nada digamos de su madre que encontró en la hija su mejor amiga y confidente, compartiendo con ella sus devociones y gustos, como el de la lectura. Primero de las vidas de los santos, que propician el deseo de Teresa de irse a tierra de moros, buscando el martirio por parecerle que los mártires comprobaban muy barato el ir a gozar de Dios. Y luego de los libros de caballerías, donde también aprenderá el galanteo, que no tardará en practicar con sus primos al entrar en su adolescencia.
A la que llega tras pasar la dura prueba de la orfandad, con la muerte prematura de Doña Beatriz, a sus 33 años, cuando Teresa apenas había cumplido los 13.
Llevada por su padre a las Agustinas de Gracia, para cortar más de raíz la relación citada con los primos, empezará a sentir la llamada a la vida religiosa. Vocación que madura con sus lecturas y reflexiones que le impulsan a huir de casa ante la negativa de su padre, a darle su consentimiento, ingresando en 1535 en el convento Carmelitano de la Encarnación, mientras los hermanos varones se marchan a la América recién descubierta, en busca de gloria y hacienda.
Y en su convento vivirá feliz 27 años, siendo siempre, eso sí, el centro de la atención y el afecto de familia, monjas y seglares, y dándose ardorosamente a la virtud, tras su conversión en 1554.
Alcanzada su madurez humana y espiritual, a sus 47 años, buscando el seguir con mayor perfección el llamamiento que el Señor le había hecho y ayudar a la Iglesia con su oración y encerramiento, funda en 1562 el convento de San José en Ávila, al que luego seguirán otros catorce, recorriendo los caminos de Castilla y Andalucía, interviniendo también directamente en la fundación de los primeros conventos de descalzos, como Duruelo y Pastrana que se deben a su iniciativa.
Por si no fuera bastante, en los escasos tiempos que le deja su quehacer de fundadora, escribe sus libros, cumpliendo con la obediencia que le imponen sus confesores, y un sin fin de cartas con las que gestiona la vida, los problemas, las inquietudes de los conventos, de los frailes y monjas, de los amigos que forman su familia y su entorno.
Finalizada la fundación de Burgos en 1582, morirá en Alba de Tormes, el 4 de Octubre de ese mismo año, maltrecho el cuerpo pero entero el espíritu, cuando iba camino de Ávila, donde estaban sus raíces y le esperaban sus monjas de San José de donde era priora. Porque Ávila fue su cuna y allí cada piedra evoca hoy su memoria porque nadie ha honrado como Teresa su nombre y su historia. Y de hecho, va tan unido a su existencia que con razón también, aunque nacida Teresa de Cepeda y Ahumada se le llama Teresa de Ávila.
Recordatorio Salida Extraordinaria de la Soledad de Lucena por el 450 Aniversario Fundacional de la Hermandad