Sale la paloma de Capuchinos, ahora de la Merced, recuerdo que poca o muy poca gente tiene. Sale por su 75 aniversario, casi un siglo de historia entre las blancas paredes de ese rectángulo de cal y cielo que es la plaza de Capuchinos.
Estará toda Córdoba, toda la Córdoba cofrade, además de los que acudan por otros lúdicos motivos al llano de la Diputación, donde entre tapas y bebidas espirituosas, miles de historias cofrades se van a contar en estos días, algunas necesarias, otras superficiales, unas llenas de buena fe, otras envenenadas con la maldad de quien las arroja a modo de lanza, para infligir heridas mortales en el costado de alguna hermandad, o de algún personaje cofrade, con o sin relevancia.
No importa, solo son noticias que sirven para generar malestar, entre los mas, innecesario daño, e involuntario daño, eso quiero al menos pensar.
Sale de blanco mi Paz, como ha de ser, sale de forma programada un tanto, a trompicones, sale con algún cartel anulado, por las prisas, por las ganas, ganas que todos tenemos, pero lo que verdaderamente es único en esta salida, es que a la calle salen los hermanos de la Paz, los que son y están y los que son y no están, todos a una, todos con la Paz en el corazón.
Pero los que miramos de una forma precisa, concisa, atenta y despreocupada, vemos que debajo del encanto de blanco de sus gualdrapas, y no hablo de los costaleros, se va quedando la calle tintada de ese indefinido color que forma el desencanto de los muchos que dieron todo por esta hermandad y que olvidados permanecen, no por Ella, que nunca se olvida de los suyos, si no más bien por ellos, que si son más capaces de olvidar.
Ese humano reguero de hermanos y hermanas, que son muchos, siguen tras la mirada dulce y placentera del suave rostro de seda, de sus delicadas manos, que derraman la Gloria de Dios, y la aman hasta el último aliento de su vida.
Sabemos que son muchos los que están esperando que la primera promesa derramada se cumpla, la misma era: “... Intentaremos reunirnos con cada una de aquellas personas que se han ido alejando de la Hermandad o aquellas otras con las que, por un motivo o por otro, tengamos discrepancias para, con la Ayuda de María Santísima de La Paz convencerlos de que, no es que sean necesarios, si no que son totalmente bienvenidos a ésta…nadie puede quedarse fuera de este barco porque hace dos años, tres, diez…uno discutió con otro y al final, ni uno, ni el otro…forman parte de la que siempre ha sido y será su Hermandad.”
Y para conseguirlo nos decían que agotarían todos los medios posibles para que todos seamos uno.
Es ahora cunado ha llegado el momento de ver si todos somos uno, si las miradas, las contestaciones fuera de tono, los aspavientos, las malas formas, los decretos selectivos de puestos merecidos a dedo, y un largo etc. se va enterrando, se van hermanando los unos con los otros y desaparece el reguero de desaparecidos en el servicio a María Santísima de la Paz.
Son tantas y tantas las familias, los hermanos, dejados caer, derramados, desmontados, separados, por personales intereses de algunos decrépitos personajes, que para restañar esas heridas vamos a necesitar mucha, mucha, Paciencia y cantidades enormes de Humildad, para abrir las puertas no de la Hermandad, que eso es fácil, si no más bien las puertas de tanto corazón roto como se ha quedado en la calle.
Si esto se consigue, el paso de la Paz dejará tras de si, sobre la calle un color de amor y de paz, pintando el asfalto de su color, (color blanco, seguro) y miles de corazones agradecidos por haber realizado este milagro, para Ella sencillo, para nosotros los hombres casi imposible, para una Junta de Gobierno seria y centrada, necesario, para el resto de Cordobeses envidiable.
Antonio Alcántara
Recordatorio El Viejo Costal