Corazón quebrantado que dibuja en tus ojos dos atardeceres, que aguardan el más triste de los Ocasos. Luz consolada por los cantos de los ángeles, Señora de Virtudes, fuente de Santidad que consagra en la noche, que el mundo se hizo tiniebla.
Con la dulzura que Dios le otorgó, mira la tierra y la mar por donde su hijo, Jesús caminó. Entre sus manos el lienzo de lirios con pétalos de vida, que guardará por los siglos, los estigmas de la pasión.
Con la dulzura que Dios le otorgó, mira la tierra y la mar por donde su hijo, Jesús caminó. Entre sus manos el lienzo de lirios con pétalos de vida, que guardará por los siglos, los estigmas de la pasión.
A la Iglesia de San Lorenzo Mártir de Córdoba
Señera estampa de la Córdoba más costumbrista. Artístico Rosetón que mezcla en los colores de sus ojos, cual paleta divina, la luz de las entrañas del cielo. Recuerdos de un enorme ramillete de seres, que guardaron sus plegarias en la casa del Dios eterno, como el cervatillo cantaba oraciones de agua en la acrisolada fuentecilla. Tan señorial, su torre agarena, a las bordadas estrellas de Ánimas les muestra su condición cristiana, llamando con ecos de bronce, que surcan el cielo cual palomas que claman a Gloria la Entrada Triunfal.
Monaguillo paciente ante la pila bautismal, que sueña con las orillas del Jordán y el frescor espiritual del Cristo de purpurea mejilla y cruz al hombro en su caminar de vida hacia el Gólgota de redención. Humilde entre humildes, ofreció el Reino del cielo, no cerremos nuestros zaguanes a tantas oraciones y virginales luminarias, que ruegan por todos nosotros.
Monaguillo paciente ante la pila bautismal, que sueña con las orillas del Jordán y el frescor espiritual del Cristo de purpurea mejilla y cruz al hombro en su caminar de vida hacia el Gólgota de redención. Humilde entre humildes, ofreció el Reino del cielo, no cerremos nuestros zaguanes a tantas oraciones y virginales luminarias, que ruegan por todos nosotros.
José Antonio Guzmán Pérez