El hecho de comenzar a contar con los hermanos como costaleros conlleva una mejora en el aspecto económico en lo que a las arcas de las hermandades se refiere, pues se pasa de tener que pagar para que salgan los pasos a la calle a dejar de hacerlo e incluso cobrar por ello.
Ahora que nos encontramos a principios del siglo XXI, notamos una diferencia sustancial en ese aspecto. En cualquier Hermandad que lleve costaleros con obligatoriedad de cuotas y de papeletas de sitio, si tenemos en cuenta que se viene a pagar de media sobre unos 50€ que se multiplicarán por un número aproximado de 120 hombres entre dos cuadrillas (costaleros, capataces, auxiliares, "aguaores"...) estamos hablando de 6.000€ que se recogen y que nada tendrían que ver ya no sólo no ingresarlos en las arcas de la Hermandad , sino con tener que desembolsar una cantidad superior para poder sacar con dignidad los pasos a la calle. Se trata pues de una diferencia importante que no desmerece la cábala de más de un mayordomo que busque la sanidad en la caja de su Hermandad.
Una vez visto este tema, no debemos pasar por alto el tributo que para conseguirlo ha habido que pagar en ocasiones. En esta primera década del tercer milenio es cada vez menos frecuente y prácticamente inusual, pero en los años ochenta fueron más de dos y de tres los pasos que llegaron salir en condiciones que distaban de los ortodoxo, bien por sus malos andares o por quedarse los costaleros sin fuerza física, literalmente hablando, para poder gobernar con soltura los kilos que restaban en la "corría".
En las primeras colecciones de vídeos que se comenzaron a comercializar en aquellas fechas puede apreciarse con claridad lo que acabamos de comentar, se hacían "levantás" que dan auténtico dolor de espalda con su sola contemplación , se ven palio que más que andar parecen arrastrarse, se observa como algunos pasos de misterios intentan acompañar el compás de las marchas consiguiendo el efecto totalmente contrario al buscado.
Si bien, es cierto que estas cosas eran más frecuentes en los años en que aún no existían los hermanos bajo las trabajaderas, pues es trabajo se basaba en el compañerismo y el amor propio y faltaba casi siempre ese ingrediente secreto que se añadió a partir de 1973: la fe y la devoción. No quiere decir esto que antes se trabajase sin fe pero era una fe distinta, era una fe cubierta por la necesidad , el hambre, el aprieto económico o la obligatoriedad para mantener el puesto de trabajo el resto del año.
En aquellos años los pasos salían a la calle para hacer estación de penitencia , el cometido era ir a la Catedral y volver. Hoy , además de eso, hay que hacerlo paseando a los titulares. Es manera obligada de esta época.
Libro: ¡Venga de Frente!
Autor: Juan María Gallardo
Editorial: ABEC editores.