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lunes, 22 de diciembre de 2014

El cáliz de Claudio: Con todo el descaro y la poca vergüenza


A uno que es un simple proletario, sin mayor afán que ganarse el pan, ya poco o nada le sorprende. No obstante, cuando lo hacen en tu cara no te causa estupefacción, aunque te enrabia tanto descaro, tanta desfachatez. Y va valorando esa posibilidad de presentarse a alcalde que, si hay debate, no se preocupen por mí que destrozo a los oponentes (en sentido figurado, se entiende).

Les cuento. Bajaba el pasado miércoles del bus y, frente a la parada, se sitúa el lateral del edificio de la empresa municipal de aguas cuya trasera tiene una especie de patio. El mismo, a diferencia de cualquier otro día, estaba cubierto por una especie de carpa y se entreveían esas estufas que asemejan setas. En la puerta, entre dos agentes de seguridad se disponía a adentrarse Francisco Alcalde (a la sazón, concejal del partido socialista y expresidente de la Agrupación). La curiosidad hizo que me acercara para comprobar que, como era de esperar, en el interior se había pergeñado un sarao para la ocasión con políticos municipales varios, incluido el primer edil de la ciudad.

Eso es una comida de empresa y no las que me han dado a mí, pensé, mientras intentaba convencer al vigilante de que me permitiera realizar una instantánea para usted, querido lector. No hubo suerte, así que espero haber construido más o menos bien la escena para que se haga una idea aproximada. Idea por la que le invito a la reflexión.

En primer lugar, se hace digno de tener presentes los motivos que impiden tirar una simple foto (el presidente de la Agrupación estará interesado, pues es más amante de la fotografía que los hermanos Lumier), de gente poniéndose hasta "la bola" o "el tejaillo" de aperitivos variados en una comida de empresa. 

En segundo lugar, como cabe esperar, para la pregunta de quién paga el ágape me imagino que cada uno tiene su respuesta.

Ahora viene cuando me llaman populista (en su acepción primaria supone estar cerca del pueblo. Tan cerca que soy parte de él). Miren los informes de Cáritas y demás organizaciones y verán como va aumentando el número de personas que necesitan de su asistencia. Y luego busquen los sueldos de los allí presentes, ahora que hay tanta transparencia. Para rematar la faena, pregunten cuanto ha costado el sarao. Y, de camino, tengan en cuenta que estamos ante instituciones públicas y puede que, salvo intercesión de un mecenas enológico y gastronómico, sea público el dinero invertido en el cóctel. 

¿Qué les parece? Ético, ¿verdad? ¿Necesario? ¿Oportuno? ¿Conveniente? ¿Imprescindible? ¿Acertado?... La noche de ese mismo día hubo otro acto con participación municipal, así que podría suponer que también hubo caña y tapa. Y dos conclusiones me vienen a la mente: la primera es empezar a indagar en la agenda gastronómica del Ayuntamiento y compararla con la obra social de las cofradías, por ejemplo, y de camino que éstas se den cuenta de que hay que deslindarse de ese tipo de actuaciones. La segunda, es la marca de protector estomacal que tomarán los concejales de esta ciudad para aguantar tanto sarao. Luego decían de Marcelino Ferrero...


Blas Jesús Muñoz










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