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martes, 30 de diciembre de 2014

La nostalgia de Andalucía pervive con las hermandades en Cataluña


22 agrupaciones rocieras en la comunidad catalana dan vida a las raíces y refuerzan los vínculos de la segunda generación de emigrantes.

Ana Lara tuvo el honor de ser hermana mayor en 2012 en la Hermandad de Los Romeros de Barcelona, a la que ha dedicado prácticamente todos los ratos libres de su vida. 20 años después de la matriarca, su madre, Pepa Ruiz. Es joven y no ha nacido en Andalucía. Pero en su discurso de hace un par de años dejó clara la idea que ha gobernado su trayectoria vital. "Mis padres me dieron las raíces y las alas". Andaluza es su tradición y barcelonés su presente.

La generación que hereda las hermandades no tiene traumas identitarios. Su lucha no es el reconocimiento de la cultura del sur en la que mucho tiempo ha sido "la novena provincia", a la consideran respetada, sino atraer a nuevas generaciones. Que no se pierdan las raíces con las que sus padres se asentaron en una comunidad cada vez más alejada del Estado. El Rocío se celebra en Cataluña desde 1972, cuando cuatro andaluces decidieron, con su nostalgia a cuestas, reunirse en la ermita de Lourdes en Arenys de Munt. Hoy son 22 hermandades que, sin obviar tropezones, congregan a un número muy respetable de fieles a la Virgen del Rocío en Moncada y Reixach cada año. 

Son pocos si se compara con el número de andaluces que viven en la comunidad, unos 600.000, según el Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía. Pero muchos si se mide en términos cualitativos. Al Rocío catalán acuden personas comprometidas y Lara cuenta orgullosa cómo han recibido el elogio de muchos andaluces que se desplazan para vivir la romería en Cataluña. "Los que han venido nos dicen que es incluso más auténtico". Son las ventajas de que sea el Rocío andaluz el que se lleva la fama y atrae a los turistas curiosos. 

La madre de Lara, Pepa Ruiz, llegó a Barcelona desde un pueblo de Córdoba cuando tenía 16 años. En el 72, casada con otro andaluz y ya madre del primero de sus tres hijos, descubrió el Rocío en esa primera convocatoria que celebró la Casa de Andalucía. Le gustó tanto que con el tiempo dio a luz a esta hermandad que es hoy la más numerosa de la región. Poco a poco fueron naciendo las demás, aupadas por andaluces que no estaban dispuestos a hacer de la inmigración un drama y perderse el Rocío por falta de dinero para el viaje. 

Hoy madre e hija reciben a este periódico en una antigua comisaría de los Mossos d'Esquadra con bar, cocina, salón de actos y hasta biblioteca y salón de juegos para los más pequeños. El Ayuntamiento les cedía incluso el doble de espacio y lo rechazaron por no saber qué hacer con él. Pero desde que Ruiz se lanzara a fundar la Hermandad de Los Romeros en un bar de San Martí, no todo ha sido un camino de rosas. Primero consiguieron tener un local bastante grande en la Gran Vía que fue "cumplir uno de los sueños", rememora en la nueva sede. Pero la alegría duró poco: las denuncias de algunos vecinos que se quejaban de los ruidos se saldaron con un desahucio que Ruiz achaca "a la mala gestión". 

Con sus trastos fueron a dar al altillo del bar Califa, en el barrio de Poble Nou. El dueño les dejaba estar allí a cambio de que le dieran al local un poco de ambiente. Los Romeros, a punto de deshacerse, acabó renaciendo de sus cenizas y hace algunos años el ayuntamiento de Nou Barris les cedió el local del que disfrutan hoy en el Pasaje de Andreu Nin. Pero las peripecias no terminan ahí. Con el cambio de gobierno en el Ayuntamiento -del PSC a CiU-, el nuevo consistorio no quiso seguir cediendo el espacio a la hermandad y le ofreció comprarlo. Ante el temor de verse de nuevo compuestos y sin novio, dieron el sí y desde entonces planean cómo recaudar fondos. 

No es la única hermandad que ha transitado un camino accidentado. Daniel Paños creció en otra de las hermandades más importantes de Cataluña, la de los Varales -con entre 80 y 90 miembros-, en Santa Coloma de Gramanet. Cumple 25 años y tiene la agenda plagada de actividades, desde misas hasta conciertos del coro. Pero Paños atiende a este diario en su despacho del Ayuntamiento de Badalona, gobernado por los populares y donde es cargo de confianza, porque la entidad tiene sólo un pequeño despacho en Santa Coloma, en el que no cabe su extensa historia. 

Las hermandades entienden que en tiempos de crisis recibir subvenciones o que se les adjudique un tipo de local u otro no es una prioridad. Las ayudas públicas, que llegan a toro pasado, se han convertido en un bien escaso. "Esto no deja de ser un hobby", se resigna Paños. Las cuotas que pagan los socios de las hermandades rondan los ocho euros mensuales, pero algunas, como Los Varales, pagan el Rocío aparte, que supone 100 euros más. 

Desarrollar su actividad con los ingresos de las cuotas es una utopía. Así que la Feria de Abril, el otro evento donde los andaluces demuestran que las raíces catalanas nacen también del sur, se convierte en su modesto agosto. Los Romeros echa toda la carne en el asador durante esa semana. Para poder costear el Rocío y adquirir el espacio donde trabajan, han decidido duplicar el tamaño de la caseta durante la Feria. 

No todo el dinero va a parar al Rocío, ni todo sale de la Feria de Abril. Los Varales organiza excursiones y distintas actividades. Para eso, los coros dan conciertos, se celebran rifas o se reparten participaciones de la Lotería de Navidad. Precisamente el coro es uno de los cebos para que los jóvenes se integren en estas organizaciones. El de Los Varales tiene algunas voces muy jóvenes y para Paños "eso se nota". Se mueven mucho y ensayan todos los viernes desde las diez de la noche hasta las tantas. "Está mal que yo lo diga pero es de lo mejorcito de Cataluña", presume sonriendo. Van a festivales benéficos y en Navidad a las residencias de ancianos. "Nos dicen que es el único día en que no necesitan ninguna pastilla", cuenta emocionado. 

Muchas hermandades se fundaron precisamente a través de los coros. Así ocurrió con la Hermandad del Santo Ángel, que aglutina a algo más de 40 socios desde 1993. Pagan una cuota de seis euros mensuales. Yolanda Romero, vocal, relata que a todos les une un "sentimiento de anhelo de las tradiciones y las raíces", unido al deseo de "promulgar la cultura andaluza". 

Lara bebió de esa tradición desde que era un bebé y ahora se pregunta: "¿Cómo atraemos a los más pequeños que no han vivido Andalucía así?". Al Rocío llegan también andaluces que han emigrado en los últimos años para estudiar o trabajar en una comunidad que recibe ahora inmigrantes de todo el planeta. Pero no van más allá de la romería, no se unen a las hermandades. Perder esa memoria les preocupa. El paso del tiempo indudablemente erosiona una parte de su identidad. 

En la mezcla Lara cree encontrar la respuesta. Si su madre conoció el Rocío "cuando ya estaba asentada en Cataluña, cualquiera puede encontrar en la fiesta una razón para unirse a ella", razona la joven. Para darse a conocer, las hermandades organizan cientos de actividades durante todo el año, desde cursos de sevillanas hasta talleres de reciclaje para la decoración de la caseta durante la Feria de Abril. Su repercusión y buen hacer ha conseguido que se unan a ellos muchos catalanes, pero también gallegos o aragoneses. 

Paños, que está seguro de que si no existieran las hermandades, la cultura andaluza "se habría acabado perdiendo", el ejemplo de alguien que no llegó a la hermandad desde la familia. Los suyos emigraron de Fuenteovejuna y aunque ha pasado en Andalucía todos los veranos hasta que empezó a trabajar, su familia hizo vida en Cataluña lejos de cualquier asociación. Un día un amigo le llevó a una de las actividades y todo cambió. 

Las hermandades del Rocío han llegado a tener tanto auge que cuentan con su propio Centro de Estudios Rocieros, el Cercat. Su vicepresidenta, Montse Saez, cuenta que surge como una necesidad. "Se vio que se estaba desarrollando una parte importante de la identidad e historia andaluzas aquí y que nadie lo estaba documentando". El crecimiento que tuvieron las hermandades en los años 70 y 80 frente a otras organizaciones se basa en dos matices según Martí Marín, profesor de historia contemporánea de España en la Universidad Autónoma de Barcelona. El primero es que "el asentamiento masivo de andaluces en Cataluña se produce durante la dictadura, que hace mucho más sencilla la legalización de hermandades y cofradías que de otros tipos de entidad". También juegan un papel importante las peñas flamencas o béticas, que no dejan de ser otro tipo de asociacionismo, aunque "algo más informal".









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