Blas Jesús Muñoz. Aunque no lo crean ha llegado el día en que parte de la opereta absurda que consistía en entrar y salir de la Catedral por la misma puerta, parece haber finalizado. No han sido pocos los esfuerzos realizados en estos años, aunque -en definitiva- el "sí" es ahora lo único importante.
Un sí que permitirá a las cofradías (hipotéticos recursos aparte) realizar un paso natural por el templo catedralicio y que, amén de la naturalidad de que se dotará a los cortejos en ese tramo concreto de su estación de penitencia, les regalará un adelanto de tiempo (en esta época en que ver cofradías de noche es cada vez más difícil).
Un sí que hay reconocer a todas las partes implicadas, incluida, la actual junta de gobierno. No les negaré el pan y la sal. Nunca lo he hecho, aunque haya quien lo piense. Lo que está bien hay que expresarlo y, en este caso como en el del cartel de Semana Santa, es de recibo expresarlo. Si bien, no hay que olvidar la labor que, en su día, puso sobre la mesa Juan B. Villalba, aunque ésto puede que nunca se reconozca. Los que allí estuvimos, lo sabemos.
La apertura es una gran noticia. Una oportunidad y una responsabilidad. La primera gran excusa para el traslado de la carrera oficial está salvada. ¿Y ahora qué? ¿Seguiremos en 2016 caminando cuesta arriba por Claudio Marcelo?
Suponemos que no, que quienes votaron sí al cambio mantendrán su afirmación. El problema estriba en que habrá que reorganizar todo. Ya no valdrá el desenlace caótico de la Magna, cuya organización caótica en horarios y demás, no se lo puede permitir ninguna cofradía en su estación de penitencia. Además, si la licencia llegara a tiempo, esta Semana Santa -en unos días- habría que retocar, adelantar, horarios y no parece sencillo.
Es un gran día para las cofradías de Córdoba. Esperemos que salga bien, pues nos va casi toda nuestra credibilidad en ello.