Blas Jesús Muñoz. Lo escribía Esteban Romera en un tuit que hacía referencia a la repercusión económica de la Semana Santa (de Sevilla), cuyo impacto -directo e indirecto- se sitúa alrededor de los, prácticamente, trescientos millones de euros. Viniendo a convertir esta celebración en uno de los motores económicos de la región.
Y es que la Semana Santa se ha transformado en una tradición que, en la actualidad, hay que justificar por medio de su relevancia monetaria, desprendiéndonos, al menos en parte, de su significación religiosa que a la postre es su fundamento vertebrador.
Los datos mandan y los 280 millones de euros con que repercute la Semana de Pasión hispalense o o s más de 40 con que lo hace la de Córdoba, etc., se han venido a erigir en cifras imprescindibles a la hora de justificar una fiesta tan arraigada en nuestra sociedad.
Sin duda, habremos de estar atentos cuando en ferias y demás eventos varios en que no participen hermandades (ya sea de forma indirecta), a fin de constatar si existe la misma necesidad de justificarse ante determinados sectores que, por minoritarios, no les huelga a elevar mejor su voz que a los propios cofrades.