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martes, 5 de mayo de 2015

Los Dolores recupera la estampa de 1965


Blas Jesús Muñoz. Nunca pasaron los años por Ella. Desde su sacra atalaya que es fe y Arca, la Señora luce y desafía al tiempo con su rastrillo que es la imagen donde postrar las letanías de todo orden que en estos días de conmemoración se sostienen en los recuerdos que se arrugan en la piel de quienes lo vivieron, junto a Ella, inmanente pegujal de suspiros y susurros eternos.

Incorruptible estampa de la Señora que se mira en Córdoba, en sus calles que corrigen al pasado para mirarse en la juventud perpetua de sus imágenes sagradas, como la Virgen de los Dolores. La Dama inabarcable de los que, en cada salida procesional, pareciera retrotraerse al paso ¿inevitable? del tiempo.

Un tiempo que, al rememorar los fastos de su cuenta traída de aquel 9 de mayo de 1965, se deposita en la mano de sus cofrades, de sus siervos, para tornarse en su sostén definitorio al recuperar la instantánea misma de aquella inolvidable jornada.

Es por ello que la corporación de San Jacinto ha querido guardar la imagen de aquel día, a través  de los atavíos que Nuestra Señora luciera. La corona realizada por Rafael Peidró, el manto de las Palomas de 1897 y la conocida como saya del Espíritu Santo, de la misma época, además del pañuelo que guarda la leyenda impresa de la devoción de la ciudad, conformarán, durante estas celebraciones que nos alcanzan, el mismo ajuar que la Santísima Virgen portara hace justo 50 años.



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