Porque me siento agradecido a lo que la vida cofrade me ha enseñado. Porque quién sabe, si la época que nosotros los de mi edad hemos vivido, sea la más fructífera en cuanto a nivelar la balanza, técnica igualando a fuerza ya existente por costaleros de antaño. Puede ser también porque ya tenga precisamente eso, años, y vivencias sobre todo a mis espaldas, es por lo que me siento mosqueado y malhumorado cuando miro al mundo del costal, al mundo del costal y el martillo, ambos, a veces sublimes, a veces horribles para mi forma de ver, solo hay que mirar a una orilla u otra, a una cuadrilla u otra, a las vivencias que se vivían en tiempos pasados, y lo mal que se mal vive ahora en algún grupo humano, mal llamados cuadrilla de costaleros.
Si preguntas a la mayoría de los costaleros de la ciudad, de los veteranos, no los neo-costaleros, quizás te puedan contar mil anécdotas para explicarte el cómo se ha ido avanzando. Te pueden relatar mil vivencias, y cómo ante sus ojos, capataces de renombre en la ciudad han ido aprendiendo, para hacer aprender a los demás.
Todo costalero de los que hablo, terminan por reconocerte, que con diferentes formas, escuelas, estilos, o que cada maestrillo toca a su forma el martillo, los capataces por relevancia para la Semana Santa y en diferentes décadas, fueron Rafael Muñoz, Ignacio Torronteras, para pasar a Lorenzo de Juan, Juan Berrocal y Curro.
Lo pienso igual que ellos, aunque he de admitir que a uno en concreto por edad, no pude conocerlo en sus maneras y estilo, pero siempre sale su nombre a relucir para los costaleros que aún hoy, dan cátedra a su edad debajo de los pasos.
Hablando el otro día con un joven capataz de la Semana Santa, más en concreto del Martes Santo, relajadamente le comentaba que a mi edad yo creo que ya sé elegir los pasos donde salir de costalero. Si se echan las manos a la cabeza los que dicen que solo hay que salir en el Paso de tu Titular, no se echen las manos a ningún lado, dejen de leer, y a otra cosa, que hay mucha lectura por internet seguro para instruidos en la tontería.
Como les digo, hablábamos, y comentábamos el poco reconocimiento que se tiene por los tres capataces de los que hemos hablado antes en último lugar, ya que los dos primeros, se añoran ahora que no están aquí, como quizá, se añorará a los tres últimos cuando dejen el martillo.
Hoy, cualquier mamarracho puede llevar al lado el nombre de capataz. Mamarracho, o como quieran llamar al que tiene un sueldo apañadito y le da para comprarse un traje y corbata negra, con el beneplácito, cómo no, de los palmeros de turno que quizá lo estén poniendo ahí para cargárselo en el momento en que ya no sirva, o simplemente, apoyarlo para cuando vengan los palos por incompetencia, a cambio de favores en relevos y ciertos carguitos dentro de algunas cuadrillas.
Viendo como algunas Juntas de Gobierno han tratado hace poco a Fernando Chiachio, o por ejemplo, cómo hay capataces que están en sus casas sufriendo por cómo van algunas Hermandades, o el trato hacia Javier Romero… me temo que quizá, hay un capataz que no pueda elegir la hora de su adiós, sino, que sea apartado de al lado de su Reina, como se viene rumoreando últimamente por los mentideros cofrades.
¿Dónde está el respeto? ¿Dónde el reconocimiento? Más si cabe de su propia Hermandad, a los capataces que han hecho posible auténticos milagros para sacar a su Titular.
Cuenten, que de las dos manos ya les digo yo que le faltarán dedos, los capataces actuales, o los buenos que descansan por decisión o imposición en sus casas, y a ver cuántos de esos, han sido enseñados por los que les he nombrado. Cuenten.
Observen, las razones por las que algunos capataces no pueden realizar su labor, que no es otra que el buen funcionamiento de una cuadrilla, cuidar al costalero (SOBRE TODO, IGUALANDO BIEN, O A VECES, INCLUSO IGUALANDO, QUE QUIZÁ ALGUNO DE NEGRO EN ESTOS DÍAS, AÚN NO SEPA QUÉ ES ESO). Observen, cuántos están fuera de una Hermandad, porque al señor Hermano Mayor no les cae bien, o no lo ha votado en las últimas elecciones, o no tragó con tal capricho, o no tubo bemoles para defenderlo ante el ataque de exaltados en una cuadrilla perdida en la falta de respeto. Cuenten, y observen.
Si es triste cuando un compañero de costal de toda la vida, por edad, lesiones, o cualquier otra cuestión, sabes que ya no estará el siguiente año, con el vacío que eso significa, imaginen cuando veamos que ciertas estampas no se volverán a repetir, que ya algunas, no se repiten, y lo triste vendrá cuando comparen las estampas de ahora, y no quieran ni volver a pensarlo. El escalofrío de la cruda realidad, parece que no importa a nadie, ya que por cualquier capullada, se monta un pollo de mil demonios en cualquier lado, por pequeña que sea la Hermandad, pero no pasa nada cuando se deja huérfano de elegancia y sabiduría a algún que otro martillo.
Cuando pase el tiempo, ahondaré en el tema, pero les dejo dos observaciones en forma de pregunta en el aire. ¿Son las Juntas de Gobierno las culpables únicas de tal afrenta, o es que los que quieren un martillo a toda costa para ser alguien tienen tanto poder? ¿Pueden hacer memoria para ver quiénes enseñaron a los que, curiosamente, van ocupando los puestos de algunos grandes Capataces? Se llevarán muchas sorpresas si lo analizan.
Fernando Blancas Muñoz
Recordatorio La Chicotá de Nandel: La niña de Gente de Paz