"Jamás un hombre es demasiado viejo para recomenzar su vida y no hemos de buscar que lo que fue le impida ser lo que es o lo que será."
Miguel de Unamuno
En un mundo donde parece que lo nuevo prima y la juventud es sinónimo de fortaleza, innovación y motivación, olvidamos la experiencia y la sabiduría que nos dan los años e intentamos aparcar a aquellos que dieron mucho por nuestra Semana Santa, por nuestras hermandades o por nuestras cuadrillas de costaleros.
El pasado día 15 de Agosto en la localidad de Guadalcázar, un grupo de costaleros de Córdoba, dirigidos por una de está personas de siempre, por un costalero de historia, de los antiguos, de los que quizás por sus años podamos pensar que tenga mermadas sus facultades físicas, no así su experiencia y sabiduría sobre el costal y las hermandades. Un costalero valiente, para unos inoportuno o quizás impertinente, para otros incomodo, bravucón, posiblemente hasta lo puedan calificar de viejo para este oficio, pero para mí una persona de corazón amable, que oculta en su coraza unos sentimientos buenos, que entiende del oficio y que lleva una vida en esto del costal. Él, Juan Manuel, para nosotros “marmolillo”, aceptó el reto de reunir una cuadrilla en tiempo récord y sin previo ensayo, sacar muy dignamente a la patrona de Guadalcázar por sus calles para dar gloria a María Santísima como únicamente sabemos los cofrades, rezándole a los ojos y racheando nuestros pies.
Esta persona y muchos de los que lo acompañaron, no son innovadores, ni nuevos, ni jóvenes pero su experiencia, su cariño y respeto hacia lo que llevan sobre sus hombros, los hace dignos hijos de María y su a veces inoportuna bravuconería, se vuelve sabiduría y saber estar cuando está junto a Ella o frente a Ella.
Dios los guarde pues en este mundo muchas veces ingrato del costal, estamos faltos de gestos amables hacia los que tanto han dado y tanto bueno y quizás malo, algunos pueden opinar así, han aportado a nuestras tradiciones pero no olvidemos que él, ellos, ya estaban entonces cuando la escasez de costaleros y capataces era la tónica, ellos estaban allí, eran jóvenes pero humildes, venían a aprender el oficio y a dar testimonio de Fe.
Hoy luchan contra corriente como entonces, pero esta vez por mantenerse a flote de corrientes nuevas e innovadoras, por no ser descalificados, arrollados, apartados, retirados, por seguir escribiendo hojas de la historia de nuestras cofradías y nuestras tradiciones, por seguir aportando la experiencia de los años y seguir siendo parte activa de esto que tanto nos gusta y nos llena, de algo tan nuestro como es rezar con los pies.
Manuel
Orozco