Blas Jesús Muñoz. Tengo un amigo (no es un comienzo muy original, lo sé) que siempre me "recuerda" que el gobierno, por más que sus siglas pretendan dar a entender otro concepto, en realidad, ejerce como la Luna una política de izquierdas en diversos sentidos. Nuestras discusiones nunca llegan a ningún puerto común donde desembarcar las ideas, si bien, tras leer ciertos titulares, uno ya comienza a plantearse la posiblidad de que algo de razón tenga.
No es una bebida agridulce reconocer la razón del otro, cuando se tiene. Son hechos y reacciones, sencillamente. Y es que un gobierno pretendidamente liberal lleve a cabo políticas de control del Estado, rima en sonante con otros regímenes políticos, distintos a los dictados de la escuela keynesiana. No se trata de que me enamoré esa tendencia económica, ni de lejos, mas tampoco me agrada que papá estado controle cada movimiento y, menos, cuando se supone que -aparte de ser mayorcitos- no vivimos en la Ilustración.
Desde hace muy poco una nueva ley obligará a sacerdotes y hermanos mayores a registrarse en el censo del Ministerio de Justicia. Un control bien traído, y de una manera sutil, para tener el control de la situación de principio a fin. Sin ambages ni ambigüedades, se trata de una medida que recuerda a totalitarismos que, según todo apunta, vuelven a estar de moda y no en las redes sociales precisamente.
Por suerte, nunca me he planteado ostentar un cargo así y, mejor, pues visto lo visto para que te controlen antes sólo hacía falta tener nómina o DNI. Ahora, ostentar un cargo Diocesano te pone en una lista de la que desconocemos el color que tendrá.
Recordatorio Enfoque: El cocodrilo del Guadalquivir