Todo el mundo tiene una banda fetiche, una banda que lo enamora, alguna a la que no puede ver por motivos personales, a la que no quiere ni escuchar porque ya no es la que era, o ya no está tal persona a la que él tenía gran cariño, pero todas, ya comienzan a rodar, echan a andar un nuevo año, ha llegado la hora.
Hay bandas que han tenido que volver antes por Magnas venideras en las que participarán, o Salidas Extraordinarias, en las que han de actuar con la máxima exigencia, pero el resto lo harán en esta semana o la siguiente, o quizá lo hicieron la semana anterior.
Como soñar es gratis, el mundo de las bandas no es ni mucho menos idílico. Ya se sabe las puñaladas que se pueden llevar de parte de las hermandades, pero, ¿y las que se producen entre ellas?
Tampoco es poco frecuente precisamente la salida de músicos señeros de tal banda a otra, robos de músicos de parte de algunas bandas, que aunque crecen, puede estén dejando morir lentamente a otras, pero, ¿qué importa eso, verdad? Si lo que importa, es engrandecer a veces al individuo por encima de destrozar el grupo, y que el individuo en cuestión, encima salga reforzado por el cambio. ¿Hay sentimientos realmente de un músico a su banda? Me consta de por parte de algunas personas a las que conozco, claro que sí, aunque, otros deban salir de su banda de toda la vida por cuestiones alarmantes de su gestión, de los dirigentes.
Las bandas, quieran o no, han de estar preparadas para involucrarse en el día a día de sus músicos. Los problemas personales, como la familia, el trabajo, la salud, el amor, economía personal o familiar, son toros que han de lidiar directores, compañeros músicos, como apoyo, el apoyo de esa familia que es una banda, o al menos debe serlo.
Han de estar preparadas, para poner coto y cerco a los niños, y no tan niños, que en su juventud, inexperiencia, o simplemente, una mala educación en lo que debe ser una banda, se dedican abiertamente a insultar, a reírse, fuera de lo que son los chascarrillos propios, los piques sanos, las risas de unos con otros. No puede permitir ningún director, nadie de ninguna banda, que uno de sus miembros insulte a otro, o simplemente ataque con temas que se salgan de lo musical, o alegrarse de las desgracias del prójimo. Pero como ya les digo, soñar es gratis.
Las bandas ante todo, por encima de la música, son grupos humanos que trabajan por las hermandades durante todo el año. Hay bandas que realizan turnos de trabajo en los diversos actos de las cofradías, intentan engrandecer el patrimonio con donaciones, en su mayoría se puede decir, así es, y no pueden recibir los golpes o el menos precio que reciben. Hay personas de todas las edades, y hay que conducir a los más pequeños al amor a la música, por encima de todas las cosas, pero hay que conducir o reconducir a estos niños en el amor a Cristo y su Bendita Madre, saber qué razón tiene el estar en una banda de música de Semana Santa. No se podrá conseguir con todo el mundo, pero siempre que una persona se convierta incluso al cristianismo gracias al reclamo musical, habrá servido como ofrenda a Dios.
Mi apoyo total y sincero a esos músicos que van a dejarse horas, dinero, abrazos familiares, ratitos con los hijos, los nietos, por estar con esa otra familia que también les importa tanto y por la que incluso viven en épocas o días del año. Esto comienza, hay que dar lo mejor de sí, muchísimo ánimo, ¡que suene la música!.
Fernando Blancas Muñoz
Recordatorio La Chicotá de Nandel: Carta a Manolo Carmona