Ahora con la ociosidad de los días de verano, uno tiene más en lo que pensar, y este servidor, se ha dejado llevar por sueños que algún día le gustaría ver cumplidos. No creo que nadie desee el mal para su ciudad, al contrario, siempre uno desea lo mejor para ella. Pero parece que los cordobeses somos más reticentes a acometer cambios en esta nuestra más que tranquila e inalterable sociedad.
Resulta más que curioso observar como en las demás ciudades se incentivan y se acrecientan las tradiciones, mientras Córdoba las va simplificando con el paso del tiempo hasta llevarlos a la mínima expresión de la misma, caso visible con nuestro Corpus, convertido en octava de barrio. El desarrollo conlleva esfuerzo, esfuerzo y concordancia entre las partes integrantes del mismo. Después de muchos años, y tras haber pasado esta ciudad por épocas de prohibiciones y hastío, podemos enorgullecernos de tener una Semana Santa y unas cofradías más que correctas. Pero que gocen de buena salud no significa que no haya puntos que mejorar. Puesto que a mi parecer tiene muchos aspectos en los que hacer hincapié.
En el ámbito cultural pues, ocurre más de lo mismo, tenemos una multitud de monumentos olvidados, en pos de explotar lo de siempre, y un pasado riquísimo, que por interés políticos se oculta, como ocurre con el pasado romano o medieval de la ciudad, condenado a un segundo plano por los defensores del todopoderoso pasado islámico de esta nuestra ciudad.
Por ello yo sueño con una segunda puerta en la catedral libre de polémicas…
Sueño con una carrera oficial digna que no se reduzca a la aborrecida ribera.
Sueño con museos dignos de llamarse museos, y monumentos con horarios que permitan su visita a todos los que vengan.
Sueño con hermandades que incentiven cursos de formación cristiana, y con misas llenas de hermanos hasta el cancel de la puerta.
Sueño con un Corpus esplendoroso que recupere sabores añejos a Corredera y a olores de juncia y romero.
Sueño con un gran teatro preparado para los espectadores dónde te sirvan una cerveza en vaso de cristal y no en vaso de plástico después de pagar 80 € por localidad en una ópera.
Sueño con una feria pensada y diseñada al gusto de los cordobeses y no de los políticos.
Sueño con fiestas libres de botellones.
Sueño con cortejos libres de smartphones y nazarenos conscientes de su comportamiento en los mismos.
Sueño con una madrugá digna de quedarse para verla sin tener que salir de Córdoba para ver una decente.
Sueño con gente que defienda las devociones de nuestra tierra sin que tengan que salir fuera a buscarlas.
Sueño con el día en que las glorias sean tomadas en serio por esta ciudad.
Sueño con hermanos mayores consciente de su puesto y deber en una cofradía.
Sueño con cofradías donde se conozcan los hermanos entre sí.
Sueño con católicos cofrades y no cofrades católicos.
Y como los sueños se consiguen siguiendo caminos, termino recitando unas versos de Machado: “Caminante, son tus huellas el camino y nada más. Caminante no hay camino, se hace camino al andar. Al andar se hace el camino, y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar. Caminante no hay camino si no estelas en la mar”.
Antonio Maya Velázquez
Recordatorio La Espada de Damocles: Tranquilidad estival