Blas Jesús Muñoz. La intrahistoria de la música procesional nos ha legado historias que, cuanto menos, pueden tío darse de curiosas. Desde el desconocimiento de Gámez Laserna en Córdoba hasta el descubrimiento de José de la Vega en sus últimos años de vida, anécdotas y leyendas se unen alrededor de numerosos músicos.
Santiago Ramos Castro es uno de ellos y su particular biografía es realmente llamativa. Compuso sólo una marcha, absolutamente memorable, pero su pronto fallecimiento nos privó de un legado musical que, a buen seguro hubiera sido de los mejores que se conocen, Di tenemos en cuenta que la composición que nos ha llegado es nada más y nada menos que Virgen de las Aguas.
Una marcha envuelta por curiosidades
La compuso en 1953, más que probablemente en Cádiz y, al contrario de lo que a priori es lógico pensar no la estrenó la Dolorosa de la Hermandad del Museo, sino que el privilegio fue para la Virgen de la Concepción de la Hermandad del Silencio que, con motivo del Centenario de la proclamación del Dogma de la Inmaculada Concepción salió en procesión acompañada por la Banda del Regimiento Soria n° 9, formación a la que pertenecía Ramos Castro como Suboficial.
A su muerte, Santiago Ramos se hallaba componiendo otra pieza, mientras que la leyenda asegura que Virgen de las Aguas la pensó originalmente para la Macarena, si bien la Hermandad de San Gil no le prestó la atención que merecía. Sea como fuere, Virgen de las Aguas es una pieza sobresaliente y podríamos afirmar que sublime, sin temor a equivocarnos y, hoy por hoy, sería imposible de desligarla de la imagen en la calle de la corporación del Lunes Santo hispalense.