Comienza mi germinación, a la sombra de la mano hacedora del Padre. Para ÉL, no hay campo yermo, ni venero seco. Vida dentro de la vida. Buscamos la fe, en las enseñanzas del Hijo del Hombre y en su Santísima Madre. En la espiritualidad de los Místicos, en seres de bondad, distintos son los caminos para converger en el mismo punto.
Dichoso aquel, que el verbo del Padre ilumine su conocimiento, otorgándole junto al soplo celestial de vida, el primer Don, la Fe. La Fe es la Gracia inherente en el ser, y como tal, precisa de la Consagración, de la evolución que implica nuestro constante encuentro con el Padre. “Pide y te será concedido”. Al hablar con el Padre, abres tres ventanas a su luz, tu cerebro, donde las dudas o caminos que hay que recorrer, encuentran su sentido, tu corazón, donde ese sentido unge las señales del camino, purificando nuestras acciones venideras y el alma, el núcleo de la raíz, la que toma forma con el razonamiento, con el corazón y sobre todo, con la eterna compañía del Padre.
José Antonio Guzmán Pérez
Recordatorio Calvario de iris: Jesús Divino Maestro