Blas Jesús Muñoz. Disculpen el título y que recuerde a Almodóvar, cuyas películas nunca fueron de mi agrado. Pero todo tiene su explicación y el teatrillo sin títeres -o con demasiados- en que se ha convertido la política municipal rememora el guión de cualquier película del oscarizado director de cine manchego.
Cualquier lector se apercibe, sobradamente, de que con esta actuación se intentan tapar otras vergüenzas, otra inoperancia que todo lo coloca en stand by o -más fino y menos anglosajonizado- "en estudio". Para decirles eso no perdería una columna semanal, ni me esforzaría en buscar metáforas setenteras con olor a Ducados y forma de pantalón de campana. Pues a esta generación de políticos les viene enorme el traje de sus predecesores, aunque los mismos -por mayor nivel que tuvieran-, no fueron sino los gérmenes que ahora dan la cara del enfermo.
La Velá es más show que el del Papito, que tanto recuerda al álbum de Miguel Bosé. Lleva años convertida en una especie de recinto ferial momificado, sacado de los cincuenta y -con todo mi respeto, pues yo no nací en la capital- de un pueblo con revista gorda, repleta de publicidad, carta del alcalde de turno y diosas y ninfas y la publicidad del carnicero de la esquina.
A diferencia de esas localidades, Córdoba fue desterrando sus galas para la ocasión, sus festejos taurinos, a la propia Virgen que se homenajeaba y se quedó en campanas de cerámica y fotos del puñetero cocodrilo que hasta el campo de fútbol pareció seguirme como un mal de ojo estudiado.
El problema de este delirante guión va más allá de las connotaciones religiosas, de que la Velá tenga un tirón humano más que discutible o de que la propuesta cultural no llegue ni a la categoría de ocio. El problema está en la estrechez de miras de quienes nos gobiernan y que, a la postre, callemos demostrando que nos empequeñecen para ponernos a su nivel.
@BlasjmPriego
Fuente Fotográfica
Recordatorio Enfoque: Un llamamiento a los cofrades
A diferencia de esas localidades, Córdoba fue desterrando sus galas para la ocasión, sus festejos taurinos, a la propia Virgen que se homenajeaba y se quedó en campanas de cerámica y fotos del puñetero cocodrilo que hasta el campo de fútbol pareció seguirme como un mal de ojo estudiado.
El problema de este delirante guión va más allá de las connotaciones religiosas, de que la Velá tenga un tirón humano más que discutible o de que la propuesta cultural no llegue ni a la categoría de ocio. El problema está en la estrechez de miras de quienes nos gobiernan y que, a la postre, callemos demostrando que nos empequeñecen para ponernos a su nivel.
@BlasjmPriego
Fuente Fotográfica
Recordatorio Enfoque: Un llamamiento a los cofrades