El pueblo vuelve a la normalidad. Las calles vuelven a estar bulliciosas. El otoño hace que amanezca un poco más tarde. Aún así, con las claras del día aún muy tenues, los niños y adolescentes caminan presurosos a sus respectivos centros de enseñanza. Son nuestros herederos y a los que legaremos, si nadie pone remedio, una sociedad huérfana de valores y decadente. Solo ellos podrán mejorarla con un esfuerzo titánico, basado en la coherencia y en el trabajo. Ellos serán los encargados de enmendar nuestros errores. Por eso ver a los niños y jóvenes caminar, aún con cara de sueño, a sus colegios y liceos es una clara señal que el mundo, este tan loco, sigue rodando aunque no lo parezca.
En la balconada del consistorio las banderas ondean libres al viento. ¡Por fin! Tras pasarse todo el verano liadas, de cualquier manera, a sus mástiles, vuelven a ser mecidas por Eolo. Desconozco los motivos que llevaron a tener de forma precaria los símbolos, pero al menos la coherencia volvió al balcón municipal del ayuntamiento de todos. Porqué está claro que allí somos representados todos, no solo los de un color o ideología. Por ello, sin saber aún si ha sido de cara a la galería, desde allí se ha pedido disculpas a un sector de la sociedad al que se ha faltado el respeto una y otra vez, desde la constitución del nuevo equipo consistorial. El convidado de piedra habló y pidió perdón en la asamblea de hermanos mayores constituida en la calle del Lodo. Parece que las aguas vuelven a su cauce, al menos hasta las generales, luego Dios dirá.
La coherencia vuelve a ser normal. Con ella la vida es mejor y los problemas si no se prevén, al menos se minimizan. Pero hete ahí, hay quienes la pierden y por ello los problemas se les acrecientan hasta límites que pueden ocasionarles más de un dolor de cabeza. Allá cada cual, pero está claro, que andar sin criterio y con ideas descabelladas, hacen que la razón sea mejor compañera de viaje que la improvisación y impremeditación.
Impremeditación, descabellada a nuestro parecer, la de la nueva junta de gobierno de una hermandad centenaria, que así, como por arte de magia, ha decidido dar una vuelta de tuerca al estilo musical tradicional, y legislado por reglamentos internos, de la cofradía. Todo un dislate y más aún cuando no se han cumplido plazos en la rescisión unilateral del contrato con la banda de música anterior, lo que conllevara, como ya se ha hecho público, la necesaria intervención de los tribunales.
Se arroga que el nuevo estilo, banda de viento metal y batería de tambores, puede ser igual de solemne que el clásico hasta ahora, conformado por viento de metal, madera y percusión. Puede ser, pero sin lugar a dudas no es lo mismo. Por mucha calidad que tenga el nuevo estilo siempre le faltara el matiz melódico de los instrumentos de la familia de viento madera. Todo un dislate. Y encima se habla de adaptar el patrimonio musical propio a modo y estilo de la nueva parte actuante.
El tema traerá cola. Seguramente acabará en los tribunales para resolver la rescisión del contrato. Ya se habla incluso de cantidades. También se ha acudido al palacio sito en Torrijos para denunciar el incumplimiento del reglamento de orden interno. Y ojo, la cosa puede ir a peor si se arreglan las composiciones dedicadas a los titulares, para ser interpretadas por una banda de plantilla reducida, sin previa autorización de los autores o depositarios de sus derechos de autor. Ahí lo dejo.
Quintín García Roelas
Fuente Fotográfica
Recordatorio La Feria de los Discretos: Centurias de devoción