Tengo que reconocerles, señor@s lector@s que no tenía muy claro el eje central del escrito semanal. Ando un poco, como decirlo..., desganada de todo esto que huele a incienso. Creo que he llegado a un punto en el que pido demasiada perfección, tal vez por el ambiente cofrade en el que me he criado y la educación de este mundo que me han inculcado. No sé...
No quiero entrar a discutir sobre las fotografías de cirios que más que alumbrar a una Imagen sagrada, parecían que iban a alumbrar a un jugador de baloncesto una noche en la que se fuera luz en su casa. Tampoco quiero comentar nada sobre comentarios fuera de lugar en redes sociales de personas que deben ser las que pongan paz en las hermandades. No se debe entrar en ese juego, pues se corre el riesgo de perder toda credibilidad ante los que creemos que la actitud de lo que representa no es la que ha dado.
Quiero confesarles que viendo imágenes en Facebook me he transportado a mi más tierna infancia; cuando por las tardes, aquellas en las que después de hacer los deberes que mandaban mis maestros, y no tenía que acudir a los ensayos del baile o del coro, me ponía a jugar con muñecas. Jugaba a cambiarlas de ropa. Algunas veces con combinaciones imposibles y que ahora, pasado el tiempo, veo hasta dañinas para la vista.
Ya sé, tengo demasiada imaginación, ¿verdad? Será que de pequeña leí demasiado y la desarrollé demasiado. O tal vez, que miro con una lupa demasiado exigente.
Al final me ha salido un chisporroteo... Desearos a todos una feliz semana y un buen día de San Rafael. Dña. Isabel, a usted también, creo que el Custodio, no le tiene en cuenta lo del cuadro, porque Él siempre está en cualquier casa y en nuestros corazones. Rece para que ese día no llueva y sus amigos, puedan pasar un buen rato alrededor de una candela. Los demás, iremos al Juramento.
Raquel Medina
Recordatorio Sendero de Sueños: Se enamoró de Tí