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lunes, 23 de noviembre de 2015

Enfoque: Sacerdotes y toreros


Blas Jesús Muñoz. El respeto, el civismo a los bienes que son parte y pueblan la vía pública hace demasiado que se perdió. Puede ser en Córdoba o en Sevilla, ante la estatua de un sacerdote o el monumento a un torero. Lo que parece fuera de duda es que la historia se reescribe y el antiguo poso de la cultura que nos trajo hasta aquí se diluye.

Durante los últimos meses hemos asistido en Córdoba a los reiterados ataques contra a el busto que conmemora al antiguo párroco de la Trinidad, Antonio Gomez Aguilar. Mientras ahora vemos como en Sevilla se pone en cuestión el monumento erigido al faraón de Camas, Curro Romero.

Pintura roja para poner en cuestión el pasado de la forma que menos respeto puede infundir, pues es el civismo mismo el que se ataca. Puede que el torero evite el paso por el lugar donde ahora mancillan su propio recuerdo. Los tiempos cambian, las carreritas aceleran su paso por la madrugada. Lo que fuimos esta en juego.











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