De toda la vida las comparsas le han hecho su piropo a las gaditanas, las más guapas y galanas, la musa sultana del poeta. Desde que se llamaban fiestas típicas gaditanas y no dejaban llamarlo carnaval el pasodoble era a lo que se esperaba si querías un premio y con el tiempo se le hizo a la pena que eso empatiza mucho con el público y rompe el aplausómetro. En las hermandades pasa lo mismo y los gúenos periodistas cofrades lo saben bien y acarician con sus palabras a capataces, bandas y hasta altares de cultos aunque no haya por dónde cogerlos. Eso esta en el libro de estilo de cualquiera menos en el de Gedepé que les gusta eso de criticar más que un pasodoble a la suegra.
Pero hay un periodista que ya en la suavidad con la que trata a cierta hermandad se pasa o se sobra. Lo llaman el Rey de las puertas o de las primicias porque después de veinte años ha dado una y eso es más noticia que cualquiera de las que escribe. Y pa' colmo tiene la mala costumbre de leer Gedepé en la intimidad, que parece Aznar hablando catalán en su salita de estar. A él sí que le gusta el altar conjunto de esa hermandad que recupera un San Juan para esconderlo entre velas grandes, además de que es chiquito el pobre. A la hermandad también le gusta recuperar altares antiguos (el otro estaba infinitamente mejor), no le pasa lo mismo con los capataces y sí con los palios y las escolanias inspirados en Seviĺla.