Blas Jesús Muñoz. Las circunstancias han deparado a las hermandades cordobesas un momento de esos que sólo se producen una vez en la vida. La Catedral, origen y final de las cofradías, puede convertirse en el punto exacto de la geografía espiritual de la ciudad que aglutine al movimiento más relevante de la misma.
La Asamblea de hermanos mayores tiene ante sí una oportunidad histórica que marque un antes y un después en el modo de concebir la Semana Santa de Córdoba. Una celebración que, durante los últimos años, ha sabido encontrar en el templo catedralicio su sentido.
Casos como los de los Dolores, Buen Suceso, Paz o Angustias han marcado una década en que dos jornadas completas (Martes y Viernes Santo) pueden contemplarse más allá del interior de las almenas de Damasco. Demostrando que un proyecto de Carrera Oficial en dicho entorno es, aparte de viable, necesario.
La demora injustificada en la apertura de la segunda puerta ha precipitado unos acontecimientos que, por otra parte, ya se estaban trabajando desde que los hermanos mayores dieron vía libre a la Agrupación de Cofradías para que trabajase en este sentido. La última palabra la tienen en la noche de este martes cincuenta hermandades, treinta y siete de las mismas penitenciales. Probablemente, nos hallamos ante un momento que defina nuestra historia.