Blas Jesús Muñoz. No cabe duda de que el patrimonio más preciado de cualquier hermandad son sus imágenes. Más allá del valor artístico (que en este particular es altísimo), el depósito emocional de generaciones de devotos posee u precio que no se puede medir en números ni describir con palabras.
Algo parecido debieron pensar los hermanos de la cofradía hispalense de las Cigarreras cuando, con motivo del Triduo de María Santísima de la Victoria vieron -durante el rezo previo del Rosario- como una de las piezas de su nutrida candelería que poblaban su altar efímero se desprendía para causar un efecto dominó que derrumbaba hasta ciento ochenta de las mismas.
Tras la suspensión del Rosario, el equipo de primates de la corporación trianera se apresurada a retirar las piezas y dejar un altar digno para la Virgen de la Victoria que, en estos días posteriores se ha vuelto a configurar con ochenta piezas.
Un gran susto que, afortunadamente, no ha deslucido la belleza de esta imagen Mariana, la cual no ha sufrido daño alguno. Toda vez que los dirigentes de la corporación del Jueves Santo sevillano han realizado diversas llamadas a la tranquilidad.