Uno de los aspectos que utilizo más recurrentemente en mis artículos es el de la formación. Para que se hagan una
idea, he puesto la palabra “formación” en el buscador de la carpeta donde
guardo todos mis artículos, y han aparecido en torno a cuarenta documentos de
Word con esa coincidencia. Pero quizá sea muy fácil hablar de formación como
quien habla de hacer castillos en el aire. Por ello, hoy me gustaría adentrarme
de lleno en eso que digo muchas veces: “Una formación de calidad”. ¿Eso qué es?
En primer lugar, hay que ponerle
apellidos al nombre de formación. Sin duda, habremos de estar ante una
formación católico-cofrade. Por ese orden. El segundo apellido siempre va a
depender del primero, como es evidente. No pueden existir cofrades que no sean
católicos, quizá el hecho de sentar esa base en toda persona que reciba la
formación nos esté adelantando mucho trabajo. La moral cristiana es una muy
buena herramienta desde la que trabajar todo lo demás. ¿Y quién recibe la formación?
Juntas de Gobierno, Grupos Jóvenes, cofrades en general… pero es cierto que ha
de estar eminentemente encaminada a la juventud, quizá el grupo más moldeable y
sobre el que surta más efecto la formación. Es absolutamente necesario que los
jóvenes que se acercan a nuestras Cofradías reciban formación, porque así
estarán recibiendo modelos de comportamiento y actitudes, y estarán creciendo
como personas, católicos y cofrades. Y así estaremos garantizando que las Juntas
de Gobierno de dentro de diez, veinte, o cincuenta años las compongan buenos
cristianos y cofrades, y no mamarrachos.
Creo que alguna vez lo he dicho,
viendo muchas de las cosas que veo en la juventud, también en la cofrade, de
hoy en día, me aterra pensar en cómo pueden llegar a estar las Hermandades
dentro de unos años. Algo está fallando en la formación de hoy en día, es un
hecho que parece meridianamente claro. Las causas pueden ser diversas, y varían
según el lugar hacia donde se mire. Puede ser que los jóvenes no encuentren
modelos a seguir dentro de la propia Cofradía, ni que decir tiene que hay mucho
miembro de Junta de Gobierno que está ahí por méritos cuestionables, cuando no
porque “no había nadie más” para completar la lista de la Junta. Puede ser que
el modelo de formación sea inadecuado, o encorsetado, y por supuesto puede ser
que se carezca hasta de formación. Y aquí sí que me gustaría detenerme un poco
más.
Volviendo a la pregunta original…
¿qué es una formación “de calidad”? ¿Es una catequesis 2.0? ¿Es ofrecer
contenidos que bien podrían convalidar alguna asignatura de la carrera de
Teología? ¿Es poner vídeos de Semana Santa de Sevilla? Seguramente ninguna de
ellas. Sin duda, el colectivo cofrade tiene unas características especiales que
le diferencian del resto de los colectivos cristianos, pero ello no quiere
decir que haya de ignorarse o dejar en segundo plano el componente católico de
la formación, ¡faltaría más! Lo que significa es que hemos de adaptar lo
católico a las características y necesidades especiales de los cofrades. Así,
en lugar de reunir a unos jóvenes y darles homilías de hora y media sobre una
lectura que les coge del todo ajenos, y que termina por aburrirles, ¿por qué no
les ayudamos a mejorar la comprensión de las distintas lecturas que podrán escuchar en la Eucaristía? Elementos tan esenciales como el contexto social en el que vivía Jesús, o los distintos lenguajes utilizados en la Biblia -aún hay quien se toma al pie de la letra el relato de la Creación del Mundo del Génesis- son obviados, y la consecuencia es que las lecturas no se entienden bien, lo que conlleva al aburrimiento en Misa, lo que deviene en no acudir a la misma... O, ¿por qué no se analiza la Pasión de Cristo en función a las
Hermandades de la ciudad? ¿Por qué no se profundiza en el sentido de catequesis
plástica que tiene la Semana Santa para el Pueblo? ¿Y en el concepto “estación
de penitencia”? ¿Por qué no se explican los por qués -valga la redundancia- de las formas y composturas exigidas para miembros de Junta de Gobierno, costaleros, nazarenos, músicos, capataces, etc? ¿Por qué desde la formación no se hace ver lo que contribuye una Hermandad en pro de nuestra castigada sociedad, y la necesidad de que continúe siendo así?
Ya les digo yo el por qué. Todos,
repito, todos, estamos acostumbrados a hacer las cosas para salir del paso sin
preocuparnos de la eficacia de nuestras acciones. En la formación pasa igual,
ocurre en las Juntas de Gobierno, que si se pueden ahorrar el tema de la formación
se lo ahorran, si el sacerdote de turno puede recurrir al primer tema que tenga
a mano para cumplir el expediente, lo hace, sin preocuparse de si es adecuado o
no para las particularidades de la audiencia cofrade. Si los jóvenes, aburridos
por todo ello, pueden inventarse cualquier excusa para no asistir a estas
charlas, sin duda lo harán. No basta con ofrecer conferencias cada equis tiempo
sobre temas que tienen poco interés por los cofrades, no en pleno 2015. Como en
la educación convencional, el aprendiz ha de ser parte activa en el proceso de
formación. Y no porque nadie le obligue a participar, sino porque se sienta
con la confianza de hacerlo sin miedo a ser puesto en ridículo.
Es muy fácil decir, como decía yo
antes, que la juventud de hoy en día no tiene ni idea de lo que es una
Hermandad, y se piensa que todo son cornetas y tambores, dorados y palios,
coronas y mantos. Pero suya no es la culpa, sino de los Directores Espirituales
y de las Juntas de Gobierno, que poco o nada se preocupan del mañana de su
propia Cofradía, pensando, ingenuamente, que estarán siempre sentados en la
silla de la sala de reuniones de la Casa Hermandad. Es cometer una enorme
irresponsabilidad, ya que una Cofradía, que tiene una determinada trayectoria,
que puede ir desde diez años hasta siglos y siglos de historia, no puede quedar
en manos de cuatro o cinco colegas más preocupados de lucir la medallita allí y
acá que de organizar actos para colaborar con asociaciones como Cáritas.
Como sucede en la sociedad española
en general, continuemos recortando en educación –formación católico-cofrade en
nuestro caso-, que estaremos echando piedras sobre nuestro propio tejado.
Siempre digo que el peor enemigo de las Cofradías lo tenemos dentro, y el
elemento de la formación es un arma de doble filo: o bien utilizado es el mejor aliado, o en
su ausencia, un elemento más que enturbia nuestro mundillo. La única herramienta para combatir las tinieblas del mundo cofrade es la formación, que hace de luz para iluminar lo que está penumbra, que es demasiado.
José Barea